lunes, 1 de agosto de 2016

CIUDAD SITIADA. EL EXILIO

Por: Ángel Cuadra

 
La dictadura totalitaria castrocomunista ha tenido, entre otras características, la intensidad y persistencia de la represión, y la amplitud de sus tentáculos más allá de sus fronteras.

Consumada la traición de Castro y su pandilla a los planteamientos que movieron a la insurrección, al imponer en Cuba un sistema marxista comunista, dicho gobierno reprimió con éxito las distintas formas de oposición al mismo.
Primero, el régimen dominó el temprano y heroico levantamiento en montañas y llanos. Asimismo, la lucha clandestina y subversiva también la dominó, con el resultado de miles de cubanos ultimados en los paredones de fusilamientos; y miles encerrados con largas condenas en las más de doscientas cárceles que el gobierno castrocomunista a lo largo de la Isla.

Fueron contrarrestadas las riesgosas infiltraciones que desde el exterior hicieron valientes cubanos para reforzar la lucha interna en la Isla y también la que se llamó Guerra por los Caminos del Mundo, contra embarcaciones e intereses del régimen fuera de la Isla.
Pero el exilio político (e histórico) se constituyó en un frente de lucha, ya para contrarrestar la propaganda engañosa a nivel internacional, como para ayudar a los organismos de disidencia y oposición en pro de los derechos humanos y el periodismo independiente en la Isla. Era así ese exilio el último frente y el último bastión a conquistar o mediatizar.
El gobierno castrocomunista no podía destruir o dominar a ese exilio militante desde afuera; tenía que atacarlo o mediatizarlo desde adentro del mismo. Y así, hábilmente (no faltó la complicidad de simpatizantes y servidores) fue infiltrando ese exilio con el objetivo no inmediato de crear una “emigración” favorable o, en última instancia, no enemiga de ese gobierno, y al cabo contemporizadora.
Ese sería el puente para después entrar en triunfo en esa plaza sitiada.
Primero fueron pequeños grupos de activistas reclutados en el exterior, como las brigadas conocidas por "maceítos", que hacían breves visitas a Cuba. Otros de sus activistas arrendaron espacios radiales en la radio local, sin dudas financiados por la bolsa económica del régimen.
Otro paso fue penetrar ideológicamente el mundo académico de los Estados Unidos: profesores y alumnos de Universidades y Colleges. Como también fueron tentando a intelectuales y escritores del propio exilio, con invitaciones a Cuba, propuestas como "no comprometidas", así como bajo la inicial seña de intercambios culturales... En la Isla les organizaban charlas, lecturas de sus obras, y algunas publicaciones en revistas y otras publicaciones oficiales. (El que "mordía el anzuelo" ya no habría de atacar más a aquel régimen acogedor: estaba mediatizado políticamente).
Después vinieron los llamados intercambios culturales –que ahora marchan a toda velocidad– entre "las dos orillas" que, en la práctica funcionan en una sola dirección. Y en la práctica casi han copado el escenario artístico cultural, incluso en Miami.
Todo eso, y más, encuentran el camino trillado con las relaciones diplomáticas Cuba/USA, dada la unilateral condescendencia de este último para el primero.
En medio de ese panorama, como andando sobre un puente de plata, aparece CUBAMAX que de la mano empresarial de Dish Latino, hace su triunfal irrupción en el exilio. Es así que la televisión del gobierno castrocomunista estará ya ondeando sus banderas en este último bastión a tomar por la dictadura cubana.
Primero, los promotores de este asunto anuncian que CUBAMAX sólo traerá a nuestras pantallas de TV programas de entretenimiento: musicales, musicales, de cultura popular. (Todos conocemos ese cuento). Después, por esa grieta amplia, vendrán las otras ofertas, de más seria y lamentable intención. El siniestro plan del castrocomunismo que al principio señalamos, está consumando su objetivo... o uno de sus objetivos.
Como curiosa coincidencia con este éxito del régimen castrocomunista, recientemente al conocido exiliado y opositor de dicho régimen, Ramón Saúl Sánchez, el Depto. de Inmigración le envió un documento anunciándole su posible deportación. Aunque esto no será fácil o inmediato, el asunto conlleva más el meter miedo al activismo anticastrista del exilio. (Hay otros muchos casos en esa situación). Otra coincidencia ha sido el caso de un cantautor en el exilio, que en su repertorio incluye también canciones anticastristas, la empresa que lo tendría contratado para actuar aquí donde reside, le anunció que ya no iba a formalizar dicho contrato.
Echando al vuelo la suspicacia, algunos observadores de este panorama se preguntan si será posible que, a corto plazo, cualquier cubano anticastrista en este exilio, por actos o campaña contra el gobierno cubano, pudiera ser reprimido, aleccionado o arrestado por la propia acción policial o administrativa de los Estados Unidos. Lo cual nos hace pensar que tal cosa será posible si la administración de este país sigue la línea de especial condescendencia que hasta ahora está teniendo en sus relaciones con el gobierno de Cuba, ante las exigencias de este régimen. Lo cual sería el logro triunfal del antes citado proyecto que contra ese último bastión a conquistar, que es el exilio histórico, o militante, habrá tenido la dictadura militar que es el régimen castrocomunista.

 

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