viernes, 21 de julio de 2017

LA JUSTICIA SOCIAL. DESDE LAS SACRISTIA A LOS AEROPAGOS

                           Jesús no le puso adjetivos a la justicia.

Por Santiago Cárdenas.


Cuando el jesuíta Taparelli le puso "apellido" a la justicia, –justicia "social"– hizo entrar a la iglesia  en la sociología moderna. El padre Luigi fundador del periódico La Civitá Cattolica, tan respetado en el Vaticano, se adelantó varios años a la riada de revoluciones en la Europa de 1848, y para sonrojo de los marxistas, la justicia social como concepto, fue previa al mismísimo Manifiesto Comunista.  Años después ¡Justicia Social, sí; comunismo, no!, gritamos decenas de miles en el Stadium la Tropical  en la Habana, cuando el Congreso Católico, en  el torcido inicio de la involución cubana. 
Lo del apellido no era algo original. Lo había hecho Aristóteles veintiún siglos antes cuando  en la Academia se refirió a la justicia distributiva y la conmutativa, enmendándole la plana a Platón, que propuso  la justicia en abstracto como una de sus tantas formas o ideas inmutables, el fundamento de sus doctrinas. 
 Sin embargo, desde un principio Luigi Taparelli dejó bien en claro que su "justicia  social " tenía muy poco que ver con Aristóteles, y sus seguidores: Aquino y Maritain, tan populares en el catolicismo post agustiniano. El padrecito Luis fué, no casualmente, uno de los preceptores de Raffaelo Pecci después conocido como el papa León XIII que nunca mencionó explícitamente  el término justicia social en su seminal encíclica Rerum Novarum. Hubo que esperar cuarenta años para que así lo fuere en el magisterio eclesial.
Fue  Pío Nono en 1931 quien en la "Cuadragésimo Aniversario" dijo: ... "Siendo necesario que la participación de los bienes creados se revoque y se ajuste a las normas del bien común o de la justicia social"...
Jesús no le puso adjetivos a la justicia. El erudito autor anónimo del evangelio de San Mateo, con el back ground filosófico ateniense escribiendo en griego culto, en sus capítulos 4 y 6, nos puso en contacto directo con las enseñanzas del Cristo: "Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia; porque serán saciados". "Busquen primero el Reino de Dios y su justicia; y lo demás se os dará por añadidura".
 Las ideas del jesuita se traspolaron al mundo secular.  O sea: la justicia social en su concepción  no católica desborda, con mucho a Taparelli  desde Confucio antes de Cristo a Rawls, un contemporáneo.        
Actualmente la mención de la misma es algo rutinario en los documentos de las Naciones Unidas (2006; Social Justice in a Open World), desde que en 1919 la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en su proclamación fundacional señaló: ...."considerando que la paz permanente sólo puede basarse en la justicia social"....
El padre de la justicia  en la excelencia académica es John Rawls de Harvard, siempre en Ivy League, un gran desconocido. El mejor  y más completo escritor de  filosofía política de EEUU plantea la posibilidad de algo semejante a los conceptos taparellianos en su magnum opus (1971): "A Theory of Justice" (hay un musical del mismo nombre y tema). Pero Rawls es básicamente para la  intelligentsia; no para el gran público. Mucho menos para  pastores  y sus ovejitas.
 La justicia social y el bien común andan de la mano como un duetto inseparable en la Sociología Católica, también llamada  Doctrina Social de la Iglesia. Este pájaro de dos alas con génesis y significados bien diferentes se intercambia festinadamente desde areópagos a sacristías y viceversa. Espero que  continúe siendo así para lo mejor.


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