jueves, 27 de julio de 2017

LOS OBISPOS: POR SUS FRUTOS LOS ESTAMOS CONOCIENDO

"El sindrome de Estocolmo tiene sus variantes..."

Por Santiago Cárdenas  MD.



Si  Ud. desea conocer el pensamiento de la iglesia isleña  en la era del post deshielo debería  leer desapasionada y des prejuiciadamente  al menos tres documentos. "Los nuevos  escenarios" publicado en Vitral al calorcito de las campanas tocando a rebato en el cumpleaños de su  Santidad  el 17 de diciembre del 2014. Luego, el comunicado de la última reunión de  una élite laical en el Cobre y por último la emotiva epístola del obispo Emilio de la diócesis de Holguín cuando el nombramiento de Juan de la Caridad  como  pastor de San Cristóbal de la Habana.

 Esta última es una joyita literaria  museable  acerca de la visión pastoral, "los sufrimientos" y preocupaciones  en   la historia del episcopado cubano  durante los últimos años. Por cierto muy ajena a las aspiraciones libertarias del  Pueblo de Dios. Léala (léalos) y juzgue por usted  mismo. No se deje impresionar mas  por  la visión "intolerante"  de algunos  en  Miami,  empeñados en  su  rol  de  cheerlíderes  desde  sus casas asépticas en la seguridad de la Calle 8.  ¡Ah! Miami, siempre generosa, con sus billeteras abiertas, prestas a ayudar desinteresadamente el viajeteo, las vacaciones  y a las iglesias. Pero, hasta ahí; ni voz, ni voto. Cero interferencias.
 El síndrome de Estocolmo tiene sus variantes, diríamos que versiones modernas.  No se trata de admirar al  secuestrador, más bien  es  la sordomudez del  episcopado  ante los llamados de " no tengan miedo " de san Juan Pablo II.  Esta no era una consigna como las del mono partido, sino un llamado desde el evangelio.  Tampoco lo era la denuncia del cambio–fraude  de Payá. El pobre: siempre expurgado del  léxico eclesial. Oswaldo: que  en paz no descansa.
"Traicionar el pobre es traicionar a Cristo ", le espetó  el Comandante en Jefe, a  los dignísimos obispos de antaño durante la cúspide de la cruenta persecución religiosa en los sesentas  cuando los torcidos inicios de la involución cubana.
 En  el actual entorno de amnesia  católica en que vivimos, recordar la frase es de mal gusto. En definitiva, en Cuba no existen pobres, según los dictados  franciscanos durante la visita. Recuerden   que La  Habana, la del río Almendares  es la capital de la paz mundial, vista desde el Tíbet. Por consiguiente, Caritas y los comedores de la orden de Malta parecen ser innecesarios  o son un paripé. Y es que la caridad cristiana en el  marxismo duro  necesita  de la aprobación oficial o hay que aplicar la misericordia  (selectiva) como  a los  cubanos varados de Centro  América.

No se preocupen  mucho. Al final de  esta historia: "mi reino no es de este mundo". Y una iglesia "nacional" a la china con variantes caribeñas, forma parte del "arreglo". Del "cuadre”, como diríamos en Manajanabo.   

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