"...la camaderia y hermandad que les unia, por lo regular, mas fuerte que las discrepancias políticas o de cualquier otra ndole que pudieran surgir."
Por Pedro Corzo.
Los años, las experiencias, en particular
aquellas que dejan marcas indelebles, van forjando un debe y haber muy útil
para quienes siempre han creído necesario en algún momento de la existencia
rendirse cuentas así mismo, con independencia de la declaración que puedan
prestar, en su momento, al juez supremo de sus creencias.
Hace varias
semanas la familia Núñez-Licara, Roberto estaba en plena adolescencia cuando
fue encarcelado, organizó una fiesta de bienvenida a un nuevo nieto y como es
habitual, muchos de los presentes se habían conocido en los años más cruentos
de la lucha contra el totalitarismo, relación, entre los que sobrevivieron, qué
se volcó en amistad imperecedera por la cruda experiencia compartida.
Las
conversaciones en las mesas eran diferentes pero algunas, en cierta medida,
estaban aderezada por la alegría del reencuentro de los miembros de
la familia extendida que es el presidio político cubano, una realidad que
enfatizaba Eraizer Martínez, 12 años en prisión, al comentar la solidaridad
existente entre los expresos, la camaradería y hermandad que les unía, por lo
regular, más fuerte que las discrepancias políticas o de cualquier otra índole
que pudieran surgir.
Decía Eraizer que
no conocía ningún ex preso que renegara de esa condición, que no manifestara
orgullo y satisfacción por haber cumplido con su deber en la lucha y que la
mayoría estaban seguros que la prisión fue una escuela de ciudadanía, a la vez
que esa dura experiencia les hizo tomar mayor conciencia de los deberes y
derechos.
Por supuesto
que entre los presos políticos, como en toda familia, hay desavenencias y
diferencias, individuos que perdieron el rumbo y deshonran el apellido a pesar
de que entregaron muchos de sus mejores años, pero son una excepción, ya que la
generalidad retornó a una vida truncada con el compromiso de ser mejor persona,
crecer moral y materialmente, y orgullosos de haber hecho lo que les dictaron
sus respectivas conciencias.
La vida no
fue fácil para estos hombres y mujeres. Muchos permanecieron en Cuba largos
años después de ser excarcelados, padeciendo como Enrique Ruano, Francisco
"Paco" Talavera y Elda Torres, la
discriminación y el ostracismo interno, por eso cuando se les presentó la
oportunidad de abandonar el país, partieron en busca de la seguridad necesaria
para ellos y su familia directa, enfrentando los retos de una nueva
vida cuando la juventud estaba finiquitando.
Otros como
Ángel de Fana y Amado Rodríguez fueron ciertamente deportados. Después de más
de veinte años tras las rejas fueron conducido a un aeropuerto para que
abandonaran el país sin poder volver a andar las amadas calles de sus barrios,
ni visitar las tumbas de los seres queridos que habían partido.
Por suerte
para todos la fraternidad surgida en presidio hizo una sana y provechos
metástasis en el extranjero. Compañeros como Alfredo Elías y su esposa
Mercedes, que llevaban unos pocos años fuera de Cuba, al igual que otros ex
presos, se dieron a la tarea de apoyar a los recién llegados en la medida de
sus posibilidades procurándoles trabajo y hasta dando albergue en sus casas.
Todavía hoy, más de cuarenta años después, la casa de Alfredo y
Mercedes es uno de los principales puntos de reunión de un número
importante de ex prisioneros políticos cubanos.
La
solidaridad se ejercitó en numerosos países. En Venezuela los ex prisioneros
Joaquín Meso Llada y Pedro Pérez Castro con el respaldo de otros compañeros
fundaron un "Hogar" para recibir a miles de cubanos donde aparte del
techo contaban con comida, ropa y atención médica. Este apoyo también se
manifestó en diferentes lugares de Europa, particularmente en España.
Si la
solidaridad material y espiritual, la confianza y la amistad entre estas
personas han sobrevivido tantos años, es porque son mujeres y hombres que
comparten el patrimonio común de creer en la democracia, en la defensa de los
valores ciudadanos y porque más que por cualquier otra condición aman a su
Patria con devoción y entrega, razón que les obliga, hasta el último aliento, a
seguir luchando a favor de la soberanía de uno y todos los cubanos.
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