
¿Apuesta fuerte?
POR JOSÉ ABREU FELIPPE
Abril de 2018

No sé cómo se hizo la selección –tal vez
habría que preguntarle a Fundarte–, pero me temo que no se exploró “la
iniciativa de la población local”. ¿Se contactó a Mario Ernesto Sánchez o a
Rolando Moreno, por sólo citar a dos de los más prominentes directores del patio?
En estos tiempos difíciles que vive el teatro local hubiera sido bueno un
estímulo como ése. En los últimos años han cerrado muchas salas: Teatro en
Miami Estudio de Sandra y Ernesto García, que aparte de su programación regular
realizaban Tem Fest anualmente, un festival de teatro local y otorgaban los
Premios Baco; Akuara Teatro de Yvonne López Arenal y Art Spoken de Yoshvani
Medina. Sobreviven Habana fama de Juan Roca, que hace poco lanzó un SOS a
través las redes sociales; Artefactus Teatro de Eddy Díaz Souza; José Manuel
Domínguez y su Antihéroes Teatro, que ni siquiera tiene sala; y poco más.
Tampoco sé qué otras “prominentes autoridades del teatro iberoamericano” se
contemplaron para el proyecto. Tiendo a pensar que no se trató de una búsqueda
muy exhaustiva.
Si le echamos una ojeada a la exclusiva
Ecu Red, que es la versión cubana de Wikipedia –inaccesible allá–, comprobamos
la larga lista de premios y reconocimientos otorgados por la dictadura a ambos
seleccionados. Carlos Díaz obtuvo el Premio Nacional de Teatro 2015 y en el
2014 Norge Espinosa fue condecorado con la Orden por la Cultura Nacional,
“reconocimiento que otorga el Consejo de Estado de la República de Cuba, en
virtud de la creación a favor de la identidad patria”. Con esto quiero señalar
que independientemente del talento y del mérito que puedan tener ambos
creadores, y de que alguna vez hayan jugado con la cadena –nunca con el mono–,
ninguno de los dos es ajeno al entorno cultural de la dictadura cubana. Ambos
salen y entran de la Isla sin ninguna dificultad, estrenan dentro y fuera, sin
que nadie se meta con ellos. No se puede decir lo mismo de algunos otros
creadores de la lsla.
Este evento hubiera encajado muy bien en
el Centro Cultural Español de La Habana, ése que a bombo y platillo inauguraron
en el llamado edificio de las cariátides frente al malecón.
El CCE Miami está en su derecho, desde
luego, de programar las actividades que estime pertinentes y de invitar a su
espacio a quien tenga a bien. Incluso aquí, donde viven las víctimas de la
dictadura. Hijos de fusilados, padres de ahogados tratando de escapar del
infierno, gente que tuvo que salir con lo que llevaba puesto y comenzar de
cero. Muchos de los cuales, con el tiempo, contribuyeron a hacer grande esta
ciudad y hasta propiciar que existiera un Centro Cultural Español. Yo no diría
que Macro directores es una “apuesta fuerte” como se ha escrito en la prensa y
en la propaganda. Más bien es más de lo mismo. Yo, por mi parte, me reservo el
derecho de no asistir
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