miércoles, 30 de agosto de 2017

LA OTRA SUCESION CUBANA

"Hay una sucesion cubana menos notoria que tiene lugar al norte..."


Por José Azel.
El pasatiempo de conjeturas de la sucesión cubana comenzó en serio en 2006 cuando un anciano y enfermo Fidel Castro transfirió el poder a su hermano menor Raúl. Con el General Castro de 86 años de edad, continúa la especulación de quién, en la generación más joven de militares cubanos y aparatos políticos cubanos, le sucederá.
En Cuba, Raúl Castro busca perpetuar el poder del régimen comunista en torno a una sucesión dinástica-partido-dinástica. Es una sucesión que mi colega Dr. Pedro Roig ha catalogado como "una manifestación suprema de trágica insolencia" que busca dar continuidad a la catástrofe marxista reciclando a su descendencia. Es una frágil sucesión de legitimidad cuestionable que ofrece sólo vidas libres de libertad. Es una sucesión que presupone que los exiliados históricos también envejecidos simplemente desaparecerán.

 Ellos calculan mal; Hay una sucesión cubana menos notoria que tiene lugar al norte de La Habana que yuxtapone la de la Isla. Es la sucesión cubano-americana de la primera oleada de exiliados anticastristas a sus hijos e hijas estadounidenses.
 Mi generación - de los héroes envejecidos de la resistencia urbana de los años sesenta, de la invasión de la Bahía de Cochinos, de los levantamientos en el Escambray, del éxodo de Pedro Pan- transfiere también su búsqueda de una Cuba democrática a los 56 años próxima generación.
 Es una generación en la primera edad adulta de los EE.UU.-educados y profesionales educados sobresaliendo en todos los campos del esfuerzo humano. Por ejemplo, en el establishment político de Washington, es la generación tipificada por la cohorte de senadores Marco Rubio (R-FL) y Ted Cruz (R-TX) y los representantes electos Alex Mooney (R-WV) y Carlos Curbelo (R - FL). Al lado del senador Bob Menéndez (D-NJ) y de los representantes Albio Sires (D-NJ), Ileana Ros-Lehtinen (R-FL) y Mario Díaz-Balart (R-FL).
         Los cubanoamericanos representan menos de la mitad del 1% de la población estadounidense, pero constituyen el 3% del Senado de los Estados Unidos y más del 1% de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos. Hablan para cuatro estados y ambos partidos políticos. Aún más notable es el hecho de que todos los representantes cubanoamericanos, independientemente de la afiliación partidaria o de la representación estatal, hablen con una sola voz sobre Cuba y su futuro. 
        Mi generación no pudo haber logrado librar a Cuba del régimen de Castro, pero en nuestra sucesión imprevista hemos logrado admirablemente transmitir el amor por el país -tanto a los Estados Unidos como a Cuba- y los valores democráticos a nuestros hijos e hijas. La nuestra es una visión de una Cuba democrática que seguirán articulando, a veces en español roto, pero elocuentemente y apasionadamente.
         Los herederos de nuestra lucha, a diferencia de sus homólogos en Cuba, entienden la libertad como un estado de ser y un estado de conciencia. Comprenden el libre flujo de información, la libertad económica, los derechos humanos, la libertad política, la transparencia, la libertad de expresión y el empoderamiento del individuo como modo de vida. Sus tácticas de lucha por la libertad pueden diferir de las nuestras, pero estos son valores que no repudiarán abrazando el colectivismo tiránico cubano.
 Estamos pasando la antorcha a una generación que entiende instintivamente que el bienestar económico es una consecuencia de la libertad, y que valorar la libertad es un logro filosófico y moral perspicaz. También, en contraste dramático con sus contrapartes en Cuba, es una generación que ha adquirido el ethos americano que los servidores públicos no son emisarios mesiánicos ilustrados.

 Es una generación que creció escuchando nuestras historias de un país perdido y ha aprendido de nosotros las lecciones de Pericles mientras trataba de inspirar a los atenienses durante la guerra del Peloponeso: "Imagina que la felicidad depende de ser libre y la libertad Depende de ser valiente”. Su amor a la libertad nos honra.

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