viernes, 9 de noviembre de 2018

LA MISION DEL PERIODISTA EXILIADO


"El exiliado ha sido forzado a dejar su patria y forzado a cambiar su vida..."

Por: Saturnino Polón
El Diccionario de la Real Academia de la Lengua define el adjetivo “exiliado(a)” como “expatriado, generalmente por motivos políticos” añadiendo además que puede, en ocasiones, usarse como sustantivo. Y esa misma Autoridad de la Lengua nos define el sustantivo “misión” como el “Poder, facultad que se da a alguien de ir a desempeñar algún cometido” y también como la “Acción de enviar”. O sea que “misión” es la orden, deber, obligación que alguien recibe, junto con la facultad necesaria, para realizar un cometido. Bien mirado es pues orden y deber moral para el que la recibe.
Y en el caso que ahora vemos, ¿Quién es el Sujeto recipiente de esa orden deber? El periodista exiliado. El Sujeto se nos presenta constreñido, definido por su oficio: es un Periodista. Lo es por oficio previo; o lo será porque los avatares de ese exilio lo hacen escoger, realizarse y auto definirse por esa azarosa y hasta peligrosa profesión. Pero el sujeto “Periodista” queda calificado por un adjetivo que al final resulta determinante, aplastante, fatídico, en su calidad de destino no deseado, no escogido, impuesto. “Exiliado”; ese dramático resultado, imprevisto e ineludible, impuesto por los inescrutables avatares con que el Destino va tejiendo toda vida.
“Exiliado” es condición integra y esencialmente diferente a “Emigrante”. El emigrante abandona la patria chica por voluntad propia. No importa cuál pueda ser la motivación, carencias económicas o deseo de aculturarse a una nueva sociedad vista como mejor. La razón no importa. Lo que importa es que se trata de una decisión propia. El emigrante se auto realiza con ese acto y es feliz. Y si no lo logra siempre le queda el recurso de regresar. El emigrante esta en paz consigo mismo y la patria abandonada es una memoria confortable. El exiliado ha sido forzado a dejar su patria y forzado a cambiar su vida. Puede incluso que, si tiene suerte, en realidad su vida material  mejore drásticamente en forma positiva. Pero el hecho de que se le forzó a cambiar de vida, siempre permanecerá en su alma y su psiquis como un trauma determinante.
Este hecho marcara su vida permanentemente. Aquello que lo expulsó de su país, se vuelve  espina clavada, herida incurable, lastre que con fuerza centrípeta hace que todos sus pensamientos y sentimientos tengan que ver con ese trauma, herida abierta, corazón sangrante. Que al par que lastre es motor que impulsa, fuerza inagotable que en forma centrífuga coloca todos sus pensamientos y fuerzas hacia el odio y destrucción de Aquello que lo exilió.
¿Odio? O por mejor decir IRA, uno de los cuatro gigantes del alma según nos enseño el profesor Mira y López. La ira que es odio canalizado como voluntad de ataque y destrucción. Así para el exiliado el ataque y destrucción de Aquello que causó su exilio es la máxima expresión de la Justicia. Visión subjetiva sin duda, hablando racionalmente. Pero no tan subjetiva como pudiera pensarse. Si Aquello que causo su exilio es fuerza que oprime y perjudica a muchos; entonces la destrucción de esa tiranía política es una cuestión de Justicia Universal totalmente racional y objetiva.
Cuando tenemos esto en cuenta, la misión del periodista exiliado nos resulta evidente. Como todo exiliado, y con independencia del éxito material que  pueda o no alcanzar en el nuevo terruño a donde termina su expulsión, su Ira insaciable va siempre dirigida a Aquello que lo expulsó. Aquello que le cambió forzadamente su vida. Porque la Patria, toda patria, no es un terruño geográfico, un sector coloreado en un mapa mundo. La Patria es parte de la vida misma. “Yo soy Yo y mis Circunstancias” como dijo el Maestro Ortega y Gassett. Patria es algo mas que el suelo que pisamos, algo mas, incluso, que ese cascaron virtual jurídico cultural llamado “nuestra nación”. Patria es circunstancia vital. Es la armazón socio cultural que informa nuestra vida, que nos nutre y a la cual re informamos nutriéndola.
La misión del Periodista Exiliado es siempre, y por encima de toda otra consideración, combatir la Tiranía que causó su exilio. Como bien señala la Academia de la Lengua; en el mundo de hoy todo exilio es político. Y, como corolario inevitable, debemos afirmar que todo exilio solo puede ser producto de un estado o gobierno tiránico. Así pues, la misión del periodista exiliado, misión auto impuesta por su Ira justa y necesaria, es la de combatir en todo momento y sin descanso, con las armas de su profesión, a la Tiranía que oprime su Patria. Sí, para que su tarea sea exitosa ha de hacerlo objetiva y racionalmente. Ha de pulir su estilo y su agresividad.

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