sábado, 6 de febrero de 2016

ANECDOTARIO DE VIEJAS LEYENDAS CUBANAS

El Sacristán de la Iglesia Parroquial
Los Piratas en Trinidad
A cargo de René León, historiador y poeta

El apellido del sacristán de la Parroquia era Domínguez. Acostado estaba en su hamaca cuando sintió tiros y gritos que venían de la calle empedrada. Corrían los vecinos perseguidos por los piratas ingleses. El escándalo de los piratas que se dirigían a la pequeña parroquia. Se lanzó a proteger el lugar santo. Un pirata al verlo que salía de su humilde hogar, lo alcanzó y le dio una cuchillada en el vientre, cayendo el pobre hombre al suelo. Se le salía el vientre, las vísceras, como pudo se levantó y tomando un pedazo de su camisa, taponeo la herida, llegando a la parroquia, los piratas se habían llevado las pocas cosas de  valor, pues nada tenía. Se dirigió al altar y recogiendo las ostias se dejó caer y se fue comiendo las sagradas formas ya profanadas por los piratas. Contaría después el Padre Pinzón que el sacristán cayó examine al suelo con los brazos abiertos en cruz, y los ojos mirando hacia el cielo.  ¡Estaba muerto!

  Cuenta la historia que cuando sonaban las campanas de las Iglesias, se veía correr  un hombre con rumbo a la parroquia, y cerraba sus puertas. Otros cuentan que por las tardes  se veía a un hombre con un camisón negro de rodillas frente al altar, y cuando una persona se acercaba a él desaparecía envuelto en una sombra. Todos esas personas decían era el espíritu del sacristán.

No hay comentarios:

Publicar un comentario