domingo, 14 de febrero de 2016

ANECDOTARIO DE VIEJAS LEYENDAS CUBANAS


El Bandido Caniquí

A cargo de René León historiador y poeta

   Recuerdo cuando mi hermano y Julio y yo íbamos de vacaciones a Casilda con nuestros padres, era muy corriente oír decir de alguna persona de mal carácter: “: Es más malo que “Caniquí”. Ahora quien era este conocido bandolero que azotó a los pueblos de Trinidad y Casilda. Se llamaba Filomeno Vicunía, alias “Caniquí”. Nacido en Trinidad, negro fuerte y agíl. Había desertado de la Marina de Guerra española, donde lo habían mandado sus dueños, allá por el año de 1831 o 1832.


  Se dedicó al principio al robo de ganado que vendía en Sancti-Spíritus, donde no era conocido. Al pasar el tiempo empezó los asaltos en los caminos transitados por los comerciantes. Bandolero que tenía asustados a los vecinos trinitarios, pues su zona de operaciones era los caminos que se utilizaban, o para llevar algún animal, o transportar café para ser vendido en Trinidad. Varias veces hicieron intentonas de prenderlo algunos voluntarios, pero siempre se escapaba. Su cueva o lugar de esconderse era la playa de María Aguilar, cerca de Casilda, donde tenía un bohío. Se escondía de día y de noche realizaba sus fechorías. Los pescadores que lo conocían le avisaban cuando veían a las autoridades y él se escondía en una cueva cercana.


  No había una casa en Trinidad que no hubiera sido robada por él. Los asaltos de noche era una cosa muy normal. Los vecinos dormían con el temor de ser robados. Todos le temían pues era un hombre valiente y experto tirador con su arcabuz, y lo podían decir los vecinos que habían sido heridos.

  La maldad la llevaba desde que nació. Desde que vino al mundo en una casa de la familia de los Pablos, sus inclinaciones era de ser vago, no le gustaba trabajar, y empezó a robar cosas de poco valor. Al dejar la Marina española su vida fue de crimen en crimen. No le importaba robar a los infelices. Su zona de fechorías fue la ciudad de Trinidad, donde en pleno día muchas veces se presentaba en alguna casa y se llevaba todo lo que podía poner en una mula que era su transportación  Se decía que tenía dos amantes. Una de ella que vivía en un bohío un poco más de la “Chanzonera”. Negra de hermoso cuerpo y de ojos achinados y grandes.

  Cuando hacía una de las suyas y se corría la voz en Trinidad que se encontraba en el pueblo. No importaba si era de día o de noche, se formaba el corre corre. Pero no era  solo en Trinidad y Casilda su medio de vida. En 1833 estaba en las afuera de la ciudad de Santa Clara. Robando y asaltando a los campesinos Se organizó una partida de vecinos al mando de D. José Hernández Viciedo, valiente y conocido en el área de Santa Clara. Un día se tropezaron con “Caniquí” en la manigua, y el capitán le disparó un trabucazo al  bandido, salió herido pudiendo escapar. Volviendo al pasar el tiempo a Trinidad.

  La falta de seguridad en los pueblos fue en aumento al aumentar las partidas de bandoleros. Las quejas fueron en aumento y el Capitán General Mahy creó un grupo de campesinos y voluntarios conocida por la “Partida de Armona”. El grupo era mandado por el Capitán D. Domingo Armona, escogió 60 hombres conocido por su valor. Acabó con los bandidos  alrededor de la Habana. Fue llamado a Trinidad las autoridades eran amenazadas por “Caniquí”. El propio alcalde D. Pedro Gabriel Sánchez, rico  hacendado, pregonó que acabaría con el bandido. Sin embargo, el Alcalde fue sorprendido en su propia casa por “Caniquí” y le advirtió que no lo persiguiera, o lo mataría.

  La Partida de Armona se presentó en Trinidad y su Capitán se hospedó en la casa de D. Juan de Dios Yepe, quien conocía a “Caniquí”. El bandido se burló de la “Partida de Armona”, de que nunca lo iban a coger.

  El Capitán  Armona, hizo circular el rumor de que iba para la Habana, pues le había cogido miedo a “Caniquí”, cosa que no era verdad. Al mando de ocho de sus mejores hombres regreso a Casilda. Un conocido del bandido le puso al tanto de los movimientos y lugar donde se encontraba en la costa de María Aguilar.

  El 19 de abril de 1834, Armona y sus hombres con la ayuda del negro “Azote” que así se llamaba el delator se dirigieron el bohío del bandido que se encontraba pescando cerca de una cueva que utilizaba “Caniquí” para escapar. Pero Armona y sus hombres no le dieron oportunidad y se lanzó al mar perseguido por dos botes, fue alcanzado y muerto de dos tiros de los hombres de Armona. Su cuerpo fue llevado en una carreta a Trinidad y paseado por las calles para ejemplo de los vecinos. “Azote” recibió la recompensa de manos del Alcalde de Trinidad D. Pedro Gabriel Sánchez.

  Su cadáver fue llevado en la carreta y expuesto por orden del Gobernador, Brigadier Coppinge, en la Plaza de Paula, como era costumbre para ejemplos de otros. Las campanas de las Iglesias repicaron en son de felicidad para la ciudad.

 

 

 

 

 

 

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario