domingo, 4 de septiembre de 2016

DOCTRINA ETICA: SU APLICACION AL CASO DE CUBA


REFLEXIONES con ocasión de un ensayo del Dr. Orlando Gómez Gil sobre el pensamiento filosófico de Hans-Georg Gadamer (1900-2002)


 Por Roberto Soto Santana
DOCTRINA ETICA de UN FILÓSOFO ALEMÁN y su aplicación al caso de Cuba
 El día 23 de agosto de 2016 se ha publicado en un prestigioso semanario miamense del Exilio un esclarecedor ensayo del Dr. Orlando Gómez Gil, escritor, filósofo y profesor emérito cubano, sobre la aportación del alemán Hans-Georg Gadamer al pensamiento filosófico. La lectura de este ensayo puede causar la impresión –aunque sólo en un primer momento–.de que es abstruso y casi incomprensible el significado de su indagación sobre el significado del análisis gadameriano en torno a la importancia primordial del lenguaje –incluido el artístico– como motor del devenir de la Historia del ser humano –siempre en sociedad, ante la realidad de que ningún hombre nace, vive y muere completamente solo, ya que hasta a un ermitaño le acompañan los hombres de épocas pretéritas, a través de la herencia que ha recibido por tradición oral, de los textos escritos por otros seres humanos ya revertidos al polvo al que se refiere el Génesis [3:19], sin excluir la contemplación de los restos del pasado, sean arqueológicos o instrumentales-..

           El Dr. Gómez Gil viene a explicarnos en su ensayo –magistral, por profundo– que Gadamer llegó a la conclusión razonada de que el alumbramiento del sentido de los textos de toda clase (o “hermenéutica”) –siendo todo texto el reflejo en signos lingüísticos, sobre cualquier clase de soporte, del conjunto articulado de los silogismos o razonamientos deductivos que ha acumulado y depurado el ser humano a lo largo de su Historia en sociedad– es deudor conjunto del pre-juicio o sesgo cognitivo nacido de una percepción distorsionada e irracional de la realidad, de la tradición o poso del conocimiento empírico –el basado en la práctica, la experiencia y la observación–, y de la autoridad (esta última, en cuanto se reconozca un conocimiento, habilidad y visión superior en aquél a quien se la otorga, –estando ese reconocimiento, como dice el propio Gadamer, siempre ligado a la idea de que lo que la autoridad dice no es irracional sino que puede, en principio, revelarse cierto–).  
          Como ha comentado el profesor Lucio García Fernández en su ensayo en torno a la obra “Verdad y Método” de Gadamer, “la hermenéutica es un ejercicio consistente en una “intuición inmediata” o captación de la inmediatez singular del sentido del texto. Una especie de reconstrucción  psicológica del acto creador del autor del texto. La misma se contrapone al método comparativo, basado en la comprensión de una totalidad a través de una serie de conocimientos singulares y particulares….La comprensión trata de descifrar el sentido que el autor dio y quiso dar al texto en su momento, pero la interpretación va más allá de la literalidad del texto, en el modo de que el sentido debe ser elucidado de una manera nueva, no coincidente con el originario (Gadamer, 1996, 409). Así, dice: “También aquí es verdad que necesariamente hay que comprender a un poeta mejor de lo que se comprendió él mismo, pues él no se comprendió en absoluto cuando tomó forma en él la construcción de su texto” (Gadamer, 1996, 247). Nuestro autor lo ilustra frecuentemente con el ejemplo del traductor, quien trata de mantener el sentido originario, pero al expresar de un modo nuevo aquel mundo mediante la traducción se convierte en interpretación. La hermenéutica es una conversación infinita, las interpretaciones son aportaciones a dicha conversación a través de los tiempos (Gadamer, 1994, 20).”
          De Gadamer se ha dicho que ha sostenido que el individuo tiene una conciencia históricamente moldeada, esto es, que la conciencia es un efecto de la historia y que estamos insertos plenamente en la cultura e historia de nuestro tiempo y lugar y, por ello, plenamente formados por ellas. Este individuo histórico por tanto no puede entenderse desde el paradigma del ser humano que en todo momento, lugar y circunstancias se comporta con absoluta racionalidad,, ya que sobre su formación pesan la tradición –transmitida a través de la educación impartida en el hogar y en la escuela– y en no menor medida la autoridad –ejercida por todas las instituciones del entorno social, desde el kindergarten hasta la milicia, en el centro de trabajo y en las organizaciones sociales por las que pasa cada individuo-. Incluso en las entidades que se definen a sí mismas como “anti-sistema” o anárquicas promulga, administra y defiende la autoridad un reducido grupo rector que impone sus normas (el Poder nunca es asambleario, por más que a veces se pretenda legitimar la voluntad del “Líder” con este disfraz)-.
             De este modo el individuo que pertenece a cualquier forma institucional, está delimitado en su comportamiento por una tradición, la cual confiere a éste un conjunto de prejuicios con los cuales entiende y se entiende a sí mismo dentro del proceso histórico que vive, los prejuicios son componentes a la realidad histórica de todo individuo y le confieren categorías a priori para comprender, 
           Lo que nos hace entender que el ser humano en sociedad nunca es, ni puede ser, libre al ciento por ciento, ni siquiera al setenta por ciento, ya que debe ajustar su comportamiento a una serie incesante de limitaciones y constricciones, tanto del pasado como del presente..
         Tal como ha razonado el profesor Carlos B. Gutiérrez, de la Universidad de Los Andes, analizando a Gadamer, “El bien es algo que uno no puede saber a distancia y para todos, sino originalmente para sí mismo. "Únicamente a partir de la preocupación por el propio ser (alma) surge el saber cuyas verdades son fructíferas, y tal preocupación es filosofía" (Gadamer 1985, p. 239).
             “Gadamer diferencia la phrónesis, el buen sentido, de la técnica o arte. El saber técnico es un saber práctico cuyo fin es la obra, en tanto que el fin de la phrónesis es la existencia práctica misma. El saber de la técnica, además, no es un cabal sacar a luz, ya que la obra que él sabe producir queda abandonada a lo incierto del uso que le dé quien disponga de ella; en otras palabras, la técnica no conoce lo bueno y provechoso para el usuario. Además, en tanto que la phrónesis consiste en seguir buscando, en seguir aconsejándose a uno mismo, en el tener que ver cómo se las arregle uno, la esencia de la técnica consiste en liberar, hasta donde sea posible, al que produce una obra de semejante seguir buscando mediante un saber previo. Y ante todo, el buen sentido, el saber de lo mejor para sí mismo, se basa en una actitud permanente, muy diferente de las opiniones que podamos tener de las cosas. Uno no puede olvidar la actitud de preocupación considerante en torno al propio ser, ya que vive siempre en ese cuidar. Phrónesis es, pues, la más propia reflexión sobre lo que es y lo que debe llegar a ser conciente como bueno y provechoso para cada quien.
         Lo que el Dr. Orlando Gómez Gil lleva al lector a comprender es que el método gadameriano de indagación de la verdad tiene como norte y premisa la posesión y el ejercicio de una ética rigurosa, en la que el Bien y el Mal no son conceptos indiferentes o intercambiables –como parece que es de lo que nos quieren persuadir a contrario sensu a los que no nos creemos que quienes han tenido en posesión cátedras en las Universidades cubanas por lo menos desde la “Ofensiva Revolucionaria” de 1968, no hubieron tenido que pasar bajo las horcas caudinas, inclinando la cerviz y comprometiendo su fidelidad al Régimen y a la ideología de éste, so pena de ser expulsados vitaliciamente de los recintos universitarios y de padecer otras penas no de las que hacen brotar la sangre a borbotones sino de las que destrozan la vida individual y familiar y quiebran el espíritu de las personas.
           Dicho en términos pedestres, y diga quien lo diga, lo que está bien (éticamente) está bien porque es moral y lo que está mal (éticamente) está mal porque va en contra de la moralidad que mantiene al ser humano equilibrado, en paz con su conciencia y con sus semejantes. Esto es algo tan evidente y de tan fácil comprensión que no hay que aderezarlo para nada ni darle muchas vueltas.
         De que los hechos son más fuertes que las palabras brinda evidencia la convergencia vergonzante más que el contraste entre la que parece haber sido una actitud de soterramiento y mutismo público respecto del régimen nazi por parte de Gadamer –quien durante los años del nazismo se mantuvo, a costa probablemente de seguir haciendo el saludo de “Heil Hitler” desde que entraba al recinto universitario hasta que salía, como profesor de filosofía primero en la Universidad de Marburgo, hasta 1938, y después en la Universidad de Leipzig, hasta que acabó la II Guerra Mundial y durante tres años más–, sin considerar la posibilidad de abandonar la gran prisión de cuerpos y cerebros que fue la Alemania nazi entre 1933 y1945, y la adhesión notoria a dicho Régimen de su maestro Martin Heidegger, ilustrada en la alocución dirigida por este último a los Estudiantes Alemanes (obrante en la página 10 de la obra “Alemanenland Ein Buch von Volkstum und Sendung. Für die Stadt Freiburg hrsg. Von Oberbürgemeister Dr. Kerber”, publicada en Stuttgart, 1937), donde Heidegger dijo, entre otras cosas, que “La revolución nacionalsocialista anuncia la transformación completa de nuestra existencia alemana. A vosotros incumbe participar de este proceso (Geschehen), a vosotros que queréis ir cada vez más adelante, que estáis siempre dispuestos, que sois tenaces y no dejáis de crecer. Vuestra voluntad de saber busca la experiencia de lo esencial, de lo simple, de lo grande. Tenéis prisa de veros expuestos a lo que os asalta y os ciñe cada vez más y os compromete cada vez más lejos. Sed firmes y auténticos en vuestra exigencia. Manteneos íntegros y seguros en vuestro rechazo. No cambiéis el saber conquistado por una actitud egoísta y arrogante (eitlen Selbstbesitz). Conservadlo como la posesión original indispensable del hombre a quien el Estado ha deparado el papel de jefe (des führerischen Menschen) en las profesiones que tienen vocación de pueblo del Estado. Ya no podéis ser solamente aquellos que «escuchan». Estáis obligados a participar en el saber, a participar en la acción que consiste en la creación de la escuela superior (la universidad), donde está el futuro del espíritu alemán. Es preciso que cada uno dé prueba de sus dotes y de sus privilegios y los justifique. Y esto sólo es posible consagrándose combativamente (kämpferischer Einsatz) a la lucha que el pueblo mantiene en su propio nombre. Que la constancia en vuestra voluntad de seguir adelante (todos juntos) se refuerce día a día, hora a hora. Que siga creciendo imparable la fuerza de sacrificio por la salvación (Rettung) de la esencia de nuestro pueblo en el seno de su Estado y por la grandeza de su fuerza más íntima. Que los principios y las «ideas» no sean la regla de vuestra existencia. El propio Führer y sólo él es la realidad alemana de hoy pero también del porvenir y su ley. Aprended siempre a saber cada vez más. A partir de ahora cada hecho requiere decisión y toda acción exige responsabilidad. ¡Heil Hitler! Martin Heidegger, rector.” (Fuente en Internet:          
         Merece el Dr. Gómez Gil la más enfática congratulación por resaltar la importancia del pensamiento de Hans-Georg Gadamer en los anales de la Filosofía moderna, y la importancia que esta ciencia del espíritu encierra para todos los pueblos, incluido el cubano de fronteras adentro y de la Diáspora, con vista a su resurgimiento democrático, cuando quede libre de la coyunda comunista.
              ¿Cómo? Pues conservando como varas de medir la temblorosa de Hans-Georg Gadamer y la entusiastamente enardecedora de Martin Heidegger, ambas igualmente gananciosas para el régimen autoritario bajo el que vivieron, y aplicando la primera para atemperar, cuando en Cuba rija un Estado de Derecho, las responsabilidades personales de los aquejados por temores y timideces mientras procuraban sobrevivir –a veces, haciendo mucho daño a terceros inocentes, en su desesperación por desviar los peligros que se cernían sobre ellos– y de aquéllos que gustosamente y con perverso talante se han venido gozando y aprovechando de las injusticias infligidas a la sociedad cubana durante la nefanda era castrista. ¿Es que se advierte alguna diferencia entre la trayectoria del “Máximo Lider” y el “Führer” nazi, o entre aquél y Stalin?, sin olvidarse del número de los respectivos acólitos, sean los beneficiarios de los patrimonios despojados a los adversarios políticos, sean los apaleadores, torturadores y asesinos de toda laya con puestos subordinados en las nóminas de los cuerpos represivos.

           

 

 

 

 

1 comentario:

  1. Los articulos del Dr. Roberto Santana bien escritos que el lector sabrá apreciar mejor. Y como decía la voz de Cucalambé "Que sobre nuestros altos montes se oiga la voz de melodiosos sinsontes, y no de grajos que nos llenan de dolor, de tribulación, de miseria".

    René León

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