sábado, 27 de abril de 2019

UNA TORMENTA ROJA FRENTE A NORTEAMERICA


"En el caribe, la influencia china está creciendo con rapidez. El comercio y las inversiones han convertido a Pekin en una potencia..."

Por Gordon G. Chang
Se está levantando una Tormenta Roja a sólo unos kilómetros de las costas estadounidenses. “De hecho, todo el Hemisferio [Occidental] está que arde”, dijo Lou Dobbs en su exitoso programa de Fox Business Network el 4 de abril. “China y Rusia se están enfrentando a nosotros en cada casi cualquier rincón de este hemisferio. Rusia y China en Venezuela, pero China en todo el Hemisferio y a lo largo del Caribe”.
En el Caribe, la influencia china está creciendo con rapidez. El comercio y las inversiones han convertido a Pekín en una potencia. Ahora bien, los motivos de China no son sólo comerciales, y no parecen benignos.
Empecemos en la isla de Nueva Providencia, en las Bahamas. El Banco de Exportaciones e Importaciones de China (Exim Bank) concedió un préstamo de 2.400 millones de dólares para la construcción del complejo turístico Baha Mar, cerca de la capital, Nassau. El proyecto, que tuvo problemas desde el principio, es el mayor y más costoso del Caribe.
La envergadura del proyecto es curiosa, y el fuerte compromiso chino con el Caribe es, desde un punto de vista económico, intrigante. Como señala Evan Ellis, de la Escuela de Guerra del Ejército de EEUU, China ha invertido, en términos per cápita, más en el Caribe que en el resto de América Latina. Esto llama la atención porque el Caribe, en comparación con el resto de la región, tiene muchos menos recursos naturales y sólo representa una pequeña cuota del mercado de exportaciones chino. Como declaró Ellis a Roll Call: “No se trata del mercado o los materiales, si se observa la cantidad que están invirtiendo”.

Así que, ¿cuál es la motivación de China? Otra fuerte inversión en las Bahamas nos da una pista.
A unos 90 kilómetros de Palm Beach, en la isla de Gran Bahama, una empresa con sede en Hong Kong está invirtiendo alrededor de 3.000 millones de dólares en un centro de contenedores en alta mar, el Freeport Container Port.
La lógica comercial es que el Freeport podrá aprovechar el tráfico del recientemente ampliado Canal de Panamá, pero existe la preocupación de que se convierta en un pozo de deudas sin fondo como Hambantota, en Sri Lanka. En diciembre de 2017, China se hizo con el control del puerto de Hambantota al quedarse con el 70% de las acciones y firmar un arrendamiento de 99 años después de que el proyecto no pudiera devolver el préstamo que la propia China le concedió, con unos intereses muy altos. Que China se quedara con él era inevitable, porque Hambantota fue un proyecto mal concebido desde el inicio.
Existe preocupación por que Hambantota se acabe convirtiendo en una base naval china. Hace tiempo que los almirantes chinos tienen la vista puesta en Sri Lanka, por su ubicación estratégica. En septiembre y octubre de 2014, el Gobierno de Sri Lanka permitió que un submarino chino atracara en la Terminal Internacional de Carga de Colombo, financiada por los chinos.
El Ejército chino ya está en el Caribe, en Cuba. Según un informe de octubre de 2018 realizado por el Comité de Revisión Económica y de Seguridad de los Estados Unidos y China, Pekín está presente físicamente en centros de inteligencia de la era soviética en Lourdes, Bejucal y Santiago de Cuba, al parecer para captar mensajes de los servicios de inteligencia de EEUU.
De estos lugares, Bejucal, al sur de La Habana, es especialmente preocupante. Las imágenes por satélite muestran un nuevo radomo que protege el radar, y la instalación podría ser perfectamente china. Al fin y al cabo, China lleva en Bejucal algún tiempo. Marco Rubio, senador republicano por Florida, aludió públicamente a esta “estación de china escuchas en Bejucal” ya en 2016.
En un podcast con Bonnie Glaser, del Center for  Strategic and International Studies, Ellis señaló que Pekín ve el Caribe de forma muy parecida a como ve el Mar de la China Meridional. Esta observación explica en buena parte el atípico foco de China en las 13 islas y los 17 territorios dependientes, antes conocidos como colonias, de la región.
Ese foco también ayuda a entender la diatriba de Haigang Yin, diplomático chino en Bahamas, el mes pasado. Poco antes de que, el pasado 22 de marzo, el presidente de EEUU, Donald Trump, se reuniera con cinco dirigentes caribeños –incluido el de Bahamas– en Mar-a-Lago, Yin acusó a EEUU de intentar “desintegrar la solidaridad y la cooperación entre China y otros países en desarrollo”.
La arrogancia china se ha vuelto muy descarada. A pesar de los esfuerzos de Pekín, Trump se reunió con los líderes caribeños. Sin embargo, la intensificada implicación de Washington en la región sigue sin estar a la altura de los desafíos chinos. Como Trish Regan, presentadora de Fox Business, dijo en su programa de prime time el pasado 5 de abril: “Desde la crisis de los misiles en 1962, no habíamos tenido a un enemigo así en nuestro propio hemisferio”.
Hasta ahora, Estados Unidos casi siempre ha dejado solo al Caribe. Como se suele decir, el Caribe es “demasiado democrático, pero no lo suficientemente pobre” para llamar la atención de EEUU. Sin embargo, se le considera, muy acertadamente, la “tercera frontera” de EEUU y un “punto débil” norteamericano.
Este punto débil se está rehaciendo ahora con dinero chino. Así, cinco países —Trinidad y Tobago, Granada, Dominica, Antigua y Barbuda y República Dominicana— se han unido a la ambiciosa Iniciativa del Cinturón y la Ruta de Pekín, un plan de infraestructuras con el objetivo de unir las rutas de comercio mundial a China.
A medida que Pekín presiona con su iniciativa en la región, existen preocupaciones de que más países se queden entrampados en las deudas como se ha quedado Sri Lanka. El administrador de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid), Mark Green, acierta al tachar los préstamos chinos al Caribe de “financiación predadora”. Las advertencias de Estados Unidos, sin embargo, no significan gran cosa si Washington no ofrece alternativas, como dijo Margaret Myers, de Inter-American Dialogue, a Roll Call.
Tras la reunión de Trump en Mar-a-Lago con los líderes caribeños, EEUU prometió enviar una delegación a la región. Además, el Departamento de Estado tiene su propio plan, denominado Caribe 2020. Pese a sus nombres atractivos, los programas estadounidenses necesitan fondos que los respalden.
Washington vuelca montones de dinero sobre Oriente Medio, por ejemplo, pero los legisladores estadounidenses deberían preocuparse, con urgencia, de otros lugares críticos y necesitados que están más cerca de casa.




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