sábado, 19 de marzo de 2016

DON SINDULFO Y EL POSIBLE VIAJE A CUBA


El director acompañado de Adam Dehoy, su redactor en jefe, había citado a don Sindulfo para almorzar en Rancho Luna, un poco por la añoranza de los años en que desde allí, había transmitido un programa radial de muy buena sintonía, y además porque el presupuesto del periódico no le permitía otros gastos.
Cuando llegaron se encontraron a don Sindulfo acomodado en una mesa, con una copa vacía frente a él.
–Don Sindulfo, –dijo el director– siento haberme retrasado, pero como todos decimos, es por culpa del tránsito en las calles de Miami. Ya sabes usted,.. Ya sabe… los tranques…
– No,  yo no lo sé, yo no tengo ese problema, recuerde que yo viajo en bicicleta.
– ¡Oh...! es cierto…
– Aunque reconozco, –prosiguió don Sindulfo–  que yo también he cometido un error con haber llegado antes.
– ¿Por qué...?
–Bueno... los trapecistas, por ejemplo, fallan igual cuando llegan antes o cuando llegan después, en los dos casos no pueden agarrar el trapecio… y eso es peligroso
– ¡Visto así!
– No y visto como usted quiera director. – Ripostó don Sindulfo– Mire lo que ocurrió con  Marco Rubio. Llegó muy temprano a su aspiración presidencial, lo mismo le puedo decir de Jef Bush, se demoró demasiado en lanzar su candidatura. Fíjese que en ambos casos, uno por llegar antes y el otro por hacerlo tarde, tuvieron el mismo resultado.
– Bueno, no fue solo por eso, pero su razonamiento luce lógico. O sea, hay que llegar en el momento indicado, ni antes, ni después.
– Si señor… Vamos a ver qué ocurre con el presidente Obama que llegará mañana a La Habana. ¿Estará llegando a tiempo o se ha apresurado demasiado?
–Eso lo sabremos por lo que ocurra después, –aclaró el director– que nos dirá si su visita produce el resultado que esperamos todos…
–¡¡ Perdón!! Perdón. –Aclaró don Sindulfo– Todos son mucha gente, y no todos esperamos lo mismo.
– De nuevo usted tiene razón… todos no esperamos lo mismo...

–Puede ocurrir que se produzca lo que esperan Raúl Castro y quizás el propio  presidente Obama y que esto no sea lo que esperan Biscet, Antúnez y otros opositores que realmente lo que quieren, es sacudirse el castrismo.
– ¿Tiene usted dudas de las intenciones del…
– ¿De quién? ¿De él?....
– ¡Si, del mismo!
– ¿Usted se refiere al mismo, al  que me refiero yo y otros muchos…
–¿¡…?!  Me confunde usted don Sindulfo. Dejemos eso.
– No, no debemos dejarlo. Recuerde que me jugué, al menos la libertad, sino hasta la vida, cuando ingresé, por orden suya, en la oficina de Raúl Castro...
– Sí, lo recuerdo. Usted se coló disfrazado de jarrón chino. Y descubrió que el presidente Obama se retrataría con Fidel… ¡Nunca lo hubieran descubierto!
– Pero ahora dicen que…, que no se retratará con Fidel,
– ¿Y usted lo cree? –Preguntó interesado el director–
– Lo que yo creo no es interesante, lo importante, para ellos, es que la foto quede como algo privado. A Obama no le conviene que se sepa.
– Creo que sus asesores le recordaran de cuando Fidel descubrió una conversación privada con el presidente  Fox, de México. –Apuntó el director
–Sí. Lo recuerdo. Ese ha sido el estilo del gobierno castrista. Espiar y chantajear.
–Bueno, vamos al motivo por lo que le citado hoy. Quiero que viaje a Cuba para que esté allí mientras dure la visita del presidente Obama.
– ¡¿Usted está loco señor director!? –Exclamo don Sindulfo, mientras daba un salto en la silla–
–Sé que es arriesgado, pero usted lo puede lograr. Pasaría inadvertido si se disfraza de portafolio del ex­-secretario de comercio, Carlos Gutiérrez,  que seguro va a estar allí, o como un disco de Gloria Stefan…
– ¿¡Usted se refiere a un disco vertebrar?!
– Claro que no, me refiero a un CD de música.
–¡¡Ah!!
– Don Sindulfo, usted a veces luce como que tomara todo a broma...
– Para nada señor director; el de la broma es usted cuando me pide que me cuele nuevamente en La Habana, y mas con Obama visitando a Raúl…
–Bueno no debemos calificarlo como una visita a Raúl… Es un asunto de Estado.
– ¡No! Si ya le digo... El que bromea es usted. Esto a todas, luces que es una visita turística, fíjese que el presidente, –dicen–; va a llevar hasta a la suegra, y que yo sepa, la suegra no pertenece  al Departamento de Estado ni es del cuerpo diplomático…
– ¡Es cierto! Lleva el mismo séquito de cuando viaja de vacaciones a Hawái. Tal vez se confunden
con Jagüey…
  ¿Jagüey?
– ¡Sí! Jagüey Grande. Pero dígame... ¿va usted a entrar en La Habana o no?
–Sindulfo acomodó su habitual bufanda alrededor del cuello, carraspeo, miró la copa vacía ante él, hizo una rara mueca y le dijo–
– Este… Creo que es mejor que ni usted lo sepa, ya se enterará…. Es por seguridad, ¡ya sabe!
– ¿¡Espero que no esté usted dudando de mi discreción?! –Preguntó visiblemente enojado el director–
– No es eso,  pero…
 

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