viernes, 31 de agosto de 2018

FIGURAS Y FIGURANTES EN LA HISTORIA DE CUBA (II)


Por Roberto Soto Santana, de la Academia de la Historia de Cuba (Exilio)

¿INGENUIDAD O COMPLICIDAD? LA INCOMPRENSIBLE y MORALMENTE REPRENSIBLE FASCINACIÓN REVERENTE QUE EN TODOS LOS TIEMPOS HAN SENTIDO ALGUNOS CREADORES HACIA LOS DETENTADORES DE UN PODER ABSOLUTO 

(....como los cubanos Alejo Carpentier y Alfredo Guevara por Fidel Castro y su variante comunista tropical; los italianos Ettore de Zuani y Gabriele D’Annunzio por Mussolini y el fascismo; los alemanes Otto Wilhelm Rahn y Martin Heidegger por Hitler y el nazismo; y los rusos Konstantin Fedin y Nikolai Tijonov por Stalin y el estalinismo)
En el discurso pronunciado por el difunto tirano Fidel Castro, como conclusión de las Reuniones con los Intelectuales Cubanos, efectuadas en la Biblioteca Nacional el 16, 23 y 30 de junio de 1961 (*), quedó sentada la siguiente doctrina sobre el aborregamiento forzoso de quienes pretendieran ejercer como escritores y artistas, con el pensamiento encorsetado dentro de la adocenada Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), abanderada del Pensamiento Único propugnado por todos los regímenes totalitarios y especialmente los que se proclaman marxista-leninistas:

“…dentro de la Revolución, todo; contra la Revolución, nada. Contra la Revolución nada, porque la Revolución tiene también sus derechos; y el primer derecho de la Revolución es el derecho a existir. Y frente al derecho de la Revolución de ser y de existir, nadie —por cuanto la Revolución comprende los intereses del pueblo, por cuanto la Revolución significa los intereses de la nación entera—, nadie puede alegar con razón un derecho contra ella. Creo que esto es bien claro.
¿Cuáles son los derechos de los escritores y de los artistas, revolucionarios o no revolucionarios? Dentro de la Revolución, todo; contra la Revolución, ningún derecho (APLAUSOS).
Y esto no sería ninguna ley de excepción para los artistas y para los escritores. Esto es un principio general para todos los ciudadanos, es un principio fundamental de la Revolución. Los contrarrevolucionarios, es decir, los enemigos de la Revolución, no tienen ningún derecho contra la Revolución…”
Castro dixit (o sea, dijo, con carácter inapelable).
(*) Su texto íntegro puede encontrarse en el sitio de Internet http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/1961/esp/f300661e.html)
Algo más de medio siglo después, en la convocatoria multitudinaria convocada por el Régimen castrista el 1 de mayo de 2003 y presidida por el déspota que más tiempo ha sufrido país alguno en el continente americano, con toda la parafernalia habitual de las concentraciones de masas orquestadas para vanagloriarse, unos 90 intelectuales y artistas, la mayoría latinoamericanos, dieron a conocer un documento intitulado “A la conciencia del mundo”.
La declaración en cuestión denunciaba “el acoso de que es objeto Cuba”(**) por parte de los EE.UU., y que “puede ser el pretexto de una invasión”.
Entre los firmantes, los Premios Nobel Gabriel García Márquez, Adolfo Pérez Esquivel, Rigoberta Menchú y Nadine Gordimer; así como los escritores Mario Benedetti, Noam Chomsky, Luis Sepúlveda, Eduardo Galeano y Mempo Giardinelli, los actores Harry Belafonte y Danny Glover, el arquitecto Óscar Niemeyer y el bailarín Antonio Gades.
Sin siquiera una mención pasajera del largo historial, por parte del Régimen, de fusilamientos, penas de prisión, torturas y violaciones de los Derechos Humanos, el mensaje entendía que "la invasión a Irak ha tenido como consecuencia el quebranto del orden internacional" y denunciaba que "una sola potencia agravia hoy las normas de entendimiento entre los pueblos".
"Nosotros sólo poseemos nuestra autoridad moral y desde ella hacemos un llamado a la conciencia del mundo para evitar un nuevo atropello a los principios que nos rigen”.
Resulta penoso constatar que todas estas y otras muchas personalidades vean la paja en el ojo de las sociedades capitalistas –en donde, por cierto, hacen todo lo posible por seguir residiendo y desenvolverse- pero no advierten las vigas en el ojo de los regímenes sarcásticamente autodesignados como socialistas –adonde, por cierto, ninguno de ellos declara pretender trasladarse y afincarse, a pesar de lo mucho que los admiran-.
(**) Ésta es la identificación fraudulenta que sus corifeos y adláteres sistemática y automáticamente establecen entre el Régimen y el país que desgobiernan y gozan para su exclusivo usufructo.
PEREGRINO Y ANTIHISTÓRICO “HALLAZGO” DE LA HISTORIOGRAFÍA COMUNISTA: EN CUBA NO HUBO GANSTERISMO (PORQUE LOS PANDILLEROS ERAN, EN REALIDAD, REVOLUCIONARIOS).
Así lo informa Beatriz Rosales Vicente (periodista y profesora de la Facultad de Comunicación de la Universidad de la Habana), en la página Web http://www.uneac.org.cu/noticias/en-cuba-no-hubo-gansterismo, de la oficialista Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), en un reportaje del 25 de julio de 2017 sobre la reunión mensual de la sección de Literatura Histórica y Social.
Según esa fuente, fue “el periodista Luis Hernández, del diario Juventud Rebelde, quien inició el análisis, refiriéndose a la discusión de si eran o no gánster muchos de los miembros de grupos armados que enfrentaban al gobierno de la seudo República. A modo de conclusión y síntesis precisa, el panelista esgrimió una frase de Fidel, líder de la Revolución Cubana, dicha durante una entrevista realizada por Katiuska Blanco:
La culpa no estaba en los jóvenes que, arrastrados por sus inquietudes naturales y la leyenda de la época heroica, quisieron hacer una revolución que no se había hecho en un instante en que no podía hacerse. Muchos de los que, victimas del engaño, murieron como gánsteres, hoy podrían ser héroes.
“Al respecto, el historiador Carlos Bartolomé explicó que lo se ha escrito hasta ahora sobre el particular, ha carecido de una valoración integral, y se aborda bajo un enfoque simplista, por lo cual se ha metido en el saco del gansterismo a muchos que no lo merecen. “Nuestra propia historia no tiene por qué tener esa mácula de un gansterismo que no existió nunca”, afirmó.
Puntualizó que “el término se continuó usando en la prensa amarillista como expresión de la manipulación mediática a favor del gobierno de turno, con el objetivo de desacreditar a esos grupos de acción frente a la opinión pública, y restarles impacto político. Se prefirió así calificar de gánster a quienes, entre otras cosas, enfrentaban la violencia policial y la corrupción política-económica de la neocolonia cubana.
“A partir de ahí, los panelistas analizaron diversos aspectos, personalidades, organizaciones, hechos históricos y condicionantes relacionados con el uso del calificativo de gansterismo en la Isla: la masacre de Orfila, el contexto socio/político, los mártires de la insurrección armada en las ciudades, y el rol jugado por el gobernante Partido Revolucionario Auténtico.
“Análisis exhaustivo mereció la conformación de grupos de acción por parte de jóvenes que constituirían antecedente cercano para la posterior conformación del Movimiento 26 de Julio. Surgen organizaciones de lucha política y armada contra el régimen; entre las organizaciones que no participaron de la batalla electoral y apostaron en cambio por la insurrección armada, destacó Acción Revolucionaria Guiteras (creada tras la muerte de Antonio Guiteras), y que constituyera la más importante por la cantidad de personas que aglutinó.”
Es difícil dar una versión más distorsionada y mendaz de una realidad que podría reflejarse tal cual fe, sin recurrir a la invención (y sin pasar por glorificar inmerecidamente a la figura de Fidel Castro): la actuación de delincuentes armados que cometían atracos y asesinatos, con víctimas inocentes, en grupos criminales cuyo origen remoto había sido el de revolucionarios terroristas contra la dictadura del general Machado –que ocupó la Presidencia del país entre 1925 y 1933– y que –interinamente aplacados por Fulgencio Batista desde su jefatura del Ejército entre 1934 y 1940 y el ejercicio de la Presidencia constitucional entre 1940 y 1944--

camparon por sus respetos entre 1944 y 1951 (durante las Presidencias de Ramón Grau San Martín y Carlos Prío Socarrás) bajo la jefatura de sujetos como Policarpo Soler y Orlando León Lemus– “el Colorao”-.
Resulta un eufemismo calificar como “grupos de acción” a quienes se dedicaron entre 1934 y 1940, y posteriormente entre 1945 y 1951, a asesinar rivales políticos ametrallándolos en las calles y a asaltar y saquear entidades bancarias para su provecho personal.
Pero se explica si lo que se quiere es “blanquear” el historial de Fidel Castro como una de las figuras protagonistas en el llamado “bonche” universitario (en el sentido de perturbación y desórdenes, incluso tiroteos, que se producían entre grupos rivales de estudiantes que a lo que iban era no tanto a alcanzar un título como a labrarse una posición de predominio personal en un paso posterior de su actuación característicamente pandillera, y que estaba enfilada a ejercer cargos de mando en el escenario político del país).
Para profundizar en los detalles, es recomendable leer la entrevista hecha el 7 de diciembre de 1983 en la ciudad de Miami por Antonio Rafael de la Cova a Mario Salabarría Aguiar (www.latinamericanstudies.org/moncada/Salabarria.pdf).
La figura de Salabarría tiene una agitada historia propia que merece un estudio de su recuerdo por separado.


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