lunes, 20 de agosto de 2018

TERTULIA SIN OCASO


"Conocer la historia enriquece pero también sirve para subsanar errores del pasado..."

Lola Benítez Málaga (España)


Aquellas enigmáticas tertulias encierran un halo de misterio difícil de descifrar por haber superado al tiempo y permanecer incólumes.
Querer es saber. Abre las puertas a la libertad de pensamiento y es crucial para errar lo menos posible. Ayuda a tomar decisiones y, por tanto, a crecer. La ignorancia lleva a seguir caminos largos y tortuosos, que dificultan la buena marcha, pues a veces conduce al ser humano por laberintos insospechados que lo hace perderse en razonamientos equívocos.
Como todos sabemos, existió un grupo de intelectuales a los que perteneció a una misma generación que los unió: unos mismos ideales, una inquietud por la cultura y por los problemas de la época… Mentes inquietas con corazón sensible.

Esas tertulias vespertinas de cafeterías, que se prestaban a confidencias, poseían un fulgor que ha permanecido intacto, e hizo que sus nombres alcanzasen la eternidad. Todos ellos pertenecen a la llamada “Generación del 98”, con tertulias en el “Café de Madrid”, presididas por Benavente y Valle Inclán, y a las que acudían Rubén Darío, Maeztu y Ricardo Baroja. Posteriormente, Benavente y sus seguidores irían a la “Cervecería Inglesa”. Por su parte, Valle-Inclán, los hermanos Machado, Azorín y Pío Baroja asistían al “Café de Fornos”. Valle-Inclán, conocido por su ingenio, presidiría el “Café Lyón d´Or”, pero sería el “Café de Levante” el que congregó a mayor número de participantes, unidos por el fracaso ante la Guerra contra Estados Unidos, crisis acaecida tras la pérdida de Cuba, Puerto Rico y Filipinas, en 1898.
Así, Valle-Inclán dijo: “sobre la eterna noche del pasado se abre la eterna noche del mañana”.
¿A quién no le gustaría estar presente en una de esas charlas, tener un monóculo que lo transportase a la época, ver cómo vivían y se comportaban, sus risas, sus bromas, su intelecto, participar como un simple oyente?
Esencial es esta otra frase de Valle-Inclán: “Quien sabe del pasado sabe del porvenir”.
Conocer la historia enriquece, pero también sirve para subsanar errores del pasado.

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