Por, René León Historiador y poeta
Los aborígenes
primeros habitantes del Nuevo Continente, conocido por América, fueron llamados
erróneamente “indios” por creer el Almirante Cristóbal Colón que se encontraba
en la India, y así se quedó el nombre, cosa que no vamos a discutir después de
tantos años. Vivían una vida muy diferente a los europeos que llegaron al nuevo
Continente, y en especial en Cuba, donde se vivía una vida de paz y
tranquilidad. Al llegar más tarde a la Española, dejan a un grupo de hombres de
las tripulaciones de los tres bergantines, y construyen un pequeño fuerte. Al
regresar Colón en su segundo viaje, se encuentra que el fuerte había sido
destruido y los hombres habían sido asesinados por los indígenas, motivado por
los abusos contra los naturales y el abuso sexual contra las mujeres de ellos.
El Almirante Colón, ordenó a sus hombres tomar represalia contra los naturales
de la isla, indiscriminadamente. (Hay quien dice que quieren hacer “SANTO” a
Colón, después de tantos abusos.
Empecemos
a llamar indios a los naturales, tuvieron que sufrir las vejaciones de los
europeos, y el abuso sexual de sus mujeres, sin poder hacer nada, el que
protestaba o se sublevaba, pagaba con su vida. Así, empieza la destrucción de
América y la prostitución.
Cuando Diego Velázquez es enviado a la conquista de Cuba, funda varios poblados. Primero Baracoa y Santiago de Cuba, siendo el más importante. Después se fundaron las otras villas, como fueron llamadas desde un principio. Le son dadas encomiendas de tierras e indios a los principales capitanes. Los indios que podían escapar o esconderse se iban lejos de las tierras de los españoles. Aquellos que estaban encomendados sufrieron los rigores del trabajo y del maltrato, trabajaban desde temprano en la mañana, hasta que oscurecía. Las mujeres eran utilizadas en la agricultura y para placer del encomendado y de sus amigos. Algunos de ellos tenían un bohío como cantina y le ofrecían a los marinos y soldados las mujeres por dinero o mercancías. Los indios cansados de tanto abuso deciden en grandes grupos tirarse en los precipicios de las montañas por familias enteras, era preferible la muerte, al maltrato y vejación. La población india va desapareciendo poco a poco. Los historiadores calcularon la población india de Cuba, en más de 300,000 habitantes, yo no sé en lo que estaban pensando, porque es imposible que desde la conquista, en 1517 a 1599, fueran a quedar en la isla menos de 4,000 indios. Se sabe que las enfermedades y en especial las venéreas, abundante en los europeos, acabaron con la población, no por ser asesinados ellos.
Al coger
importancia la villa de San Cristóbal de la Habana, los indios relocalizados en
Guanabacoa, poblado cercano, eran de unos 600 en 1599. Empiezan a entrar los
esclavos negros y mujeres negras libertas que se establecen en las afueras de
la villa, y otras que trabajaban en las cantinas de sus dueños. Estas son las
primeras prostitutas de la villa de La Habana. Con la llegada de los
bergantines de España y de sobrevivientes de los naufragios, llegan algunas
mujeres blancas, que venían a reunirse con los esposos, o lo habían perdido en
un naufragio. La vida de ellas si no tenían familia o dinero para sobrevivir
fue muy dura, algunas fueron ayudadas por “personas” caritativas que después se
aprovecharon de ellas, y otras con suerte que se casaban con su protector, no
importaba la edad. Pero son las negras libertas y las esclavas que reunían
dinero para pagar a su dueño por la
libertad, otras vendían en sus bohíos casabe, carnes saladas y tabaco, y así
sobrevivir e independizarse. En la trastienda de los bohíos se ofrecía el sexo
que los marinos buscaban.
El cabildo
de la villa al ver que no podían controlar la venta de los esclavos, que
perjudicaban a los comerciantes, dictan ordenes al respecto: “Cabildo, febrero
8 de 1556…fue acordado en este cabildo por los dichos Señores de Justicia y Regidores
que por cuanto algunos negros o negras así los que son esclavos como de los que
se han liberado de poco tiempo a esta parte venden cargas de casabe diciendo
que es suyo pero que esto hurtan a sus amos lo que conviene remediar, aquí en adelante
no pueden vender ningún casabe…mantienen otros vicios contra el cabildo…si
fuere esclavo libre le sean dados cien azotes atado a la Ceiba de la plaza…”.
Cabildo, mayo 14 de 1557…se proveyó y mandó que muchas negras esclavas en esta
villa han tomado por trato de tener taberna y tabaco lo que es mucho perjuicio
para la republica…pregonar que ninguna negra esclava sea osada de vivir en casa
ni tener taberna ni tabaco so pena de cincuenta azotes…”
La
investigadora americana ya fallecida, Irene Wright dice sobre la villa de San Cristóbal de la Habana
durante el gobierno de Mazariego, “En verdad, parece que en esta época era La
Habana una congregación de gentes relajadas, muy dadas al juego…Se acuchillaban
unos a otros, se colocaban carteles difamatorios, envenenaban a sus mujeres
mestizas para casarse con otras nuevas…”
El
historiador Moreno Fraginals en su libro Cuba/España/España/Cuba,
dice: “Quizás el caso más sencillo de entender fuese el de la prostitución.
Muchas esclavas fueron puestas a trabajar como prostitutas, en una habitación o
deambulando por las calles de la ciudad, tanto en La Habana, como en Santiago
de Cuba…Las mujeres blancas o blanqueadas, de bajos ingresos económicos, tenían
abierto el camino del mercado matrimonial. Estas realidades hicieron de la
prostitución que era profesión infamante, una actividad rentable, y llevaron a
numerosos amos a convertir a sus
esclavas en prostitutas”. A mediados del siglo XIX llegaron a La Habana, mujeres
francesas que se dedicaron a la prostitución, así como algunas que llegaron de
Haití después de la revolución, que sus familias lo habían perdido todo. Hoy en
día para desgracia del pueblo cubano en la isla, se les llama “jineteras”
gracias a la política del gobierno castrista, de negarle todo al pueblo.
Una vez más,en este trabajo pone nuestro Editor René León el dedo sobre la llaga de la implantación, por los colonizadores hispano-luso-franco y anglohablantes de la América, de la lacra de la explotación sexual y económica de la mujer sometida por menesterosa o por su sometimiento a la infamia de la esclavitud.. Este criterio es respaldado por un estudio dado a conocer por la Universidad de Chile sobre LA CONDICION DE LA MUJER EN LA COLONIA Y LA CONSOLIDACION DEL PATRIARCADO, y obrante en Internet en el sitio de Internet [{mazinger.sisib.uchile.cl/repositorio/lb/filosofia_y.../a/c03.pdf], en el que se dice que "Quebrando la secular tradición de que la mujer es la creadora de la vida, simbolizada en la Diosa-Madre de los pueblos agroalfareros, los españoles y portugueses trasladaron a nuestra América el concepto machista aristotélico de que el verdadero generador de la vida es el hombre, que provee con su esperma la materia viva, mientras que la mujer es sólo el receptáculo pasivo y débil,"
ResponderEliminarLa investigadora habanera Zoila Lapique Becali (1930- ), licenciada en Historia por la Universidad de La Habana en 1969 ha afirmado en su libro "Cuba colonial, música, compositores e intérpretes" que “muchas familias, destacadas por su posición económica y social en la colonia, vivían de los salarios que obtenían sus esclavos, sobre todo de las vendutas o ventorrillos, las manufacturas y la prostitución”. Claro que el negocio sexual no se llevaba a cabo sin tapujos. Se guardaba la forma con todos los requerimientos de la hipocresía social: el amo
montaba un “timbiriche”, como llamamos hoy a un mostradorcito, aunque también podía ser una simple mesa plegable con una canasta encima, y situaba allí a una esclava que se dedicaba a la venta del producto en cuestión, ya fuera pescado, fritura, dulces o cualquier otra cosa pequeña y manuable. La esclava debía entregar diariamente a su amo una cifra de dinero fijada por este, pero toda la ganancia que ella obtuviera por encima le pertenecía absolutamente. Este era un gran incentivo para las mujeres esclavas, porque les permitía ahorrar para comprar su libertad y la de sus familiares y, una vez manumitidas, podían continuar por cuenta propia el oficio de vendedoras y mantenerse a sí mismas y a los suyos con el fruto de su trabajo. Si les iba bien, podían alquilar una casa o hasta fabricarla, y con el tiempo, comprar esclavos y ampliar su industria, cualquiera que esta fuera. Una estampa del célebre pintor español Víctor Patricio Landaluce, especialista en costumbres, a la que su autor tituló Mulata y su señora, muestra claramente a una esclava mulata de piel bastante clara, vestida con la humildad propia de su condición, caminando sumisa junto a su ama, una joven ataviada más ricamente, aunque no como dama blanca, pero cuya piel más que morena muestra a las claras una Cecilia Valdés cualquiera, e incluso una Nemesia favorecida por la fortuna (véase el sitio de Internet https://ginapicart.wordpress.com/2013/08/01/origenes-de-la-prostitucion-en-cuba/).
Como recalca el propio Profesor R. León, "Estas lacras llegaron de Europa, fueron introducidas en el descubrimiento y seguidas después por los conquistadores".