Veamos, Gabo era comunista, más que amigo, fiel emisario y propagandista de Castro. El país soñado por Gabo no puede ser sino aquél por el que siempre luchó (aunque vivía espléndidamente en México). Pronosticó que para 1985 Cuba sería una potencia, con todos sus problemas resueltos. “Nosotros” no puede referirse sino a los revolucionarios, quienes comparten el sueño de Gabo de una sociedad comunista.
En sus memorias se autodefinió como no creyente, que en buen cristiano quiere decir “ateo”. Para más señas, relata una misa profana que habría oficiado en agosto de 1959 en la Capilla de la Clínica Palermo de Bogotá el “cura guerrillero” Camilo Torres para bautizar a su primogénito Rodrigo con testigos de excepción, Plinio Apuleyo Mendoza, Susana Linares y la madre, Mercedes Barcha.
Lo de profana viene porque ninguno era creyente, por lo que no acompañaban el ritual de la misa y cuenta García Márquez a título de chiste que como por milagro aparecieron unos campesinos (quizás llevados por el mismo Camilo) que rezaban, se persignaban, arrodillaban y levantaban cuando era propicio, lo que ninguno de ellos hacía.
Camilo Torres Restrepo es una prueba ambulante, si hiciera falta alguna, de que el conflicto colombiano no es horizontal, entre ricos y pobres, como quiere vender la propaganda castro comunista, sino un conflicto vertical, entre la oligarquía conservadora y liberal a la que se debe añadir la oligarquía comunista.
Los jefes rebeldes, histórica y actualmente, provienen
de sectores privilegiados que, por razones que sería arduo explicar, insurgen
contra la sociedad que los ha mimado. Sus vástagos estudian en Suiza, conocen
los aeropuertos mejor que la selva y ganan premios de viajeros frecuentes, tal
como los herederos del Castrismo.
El biógrafo de Camilo, Walter Joe Broderick, cura y revolucionario errante, cuenta: “Sé que Camilo Torres estaba oficiando el matrimonio de una pareja de la alta sociedad bogotana que estaba emparentada con la familia Santos Calderón y Camilo era el oficiante”. De resto no sabe, pero otros testimonios revelan los vínculos del hermano de JMS, Enrique Santos Calderón, con la guerrilla del M-19.
A principios de año JMS dio instrucciones públicas para que el ejército iniciara el proceso de búsqueda y exhumación de los restos de Camilo Torres como un gesto simbólico para allanar las negociaciones con el ELN.
Un acto público teatral porque se sabe que los restos siempre estuvieron guardados en el Panteón de la V Brigada de Bucaramanga, capital del Departamento de Santander, muy cerca del Municipio de San Vicente de Chucurí, donde fue abatido en el lugar conocido como Patio Cemento, el 15 de febrero de 1966, según el libro publicado por el general Álvaro Valencia Tovar, quien realizó las operaciones y que también resulta ser íntimo amigo de la familia.
El cuerpo fue exhumado a fines de enero muy oportunamente para la conmemoración del cincuenta aniversario de su muerte. Un hecho curiosísimo es que la certificación del ADN tuvo que esperar que se enviaran las pruebas desde Cuba, donde reposan los restos de su madre, Isabel Restrepo Gaviria, que falleció en La Habana, el 14 de enero de 1973, a los 73 años de edad, alabando a sus tres amores: Fidel, el Che y Camilo.
Los vínculos directos de Castro con todas las guerrillas de Centroamérica y el Caribe, incluyendo a Puerto Rico, saltan a la vista de modo que es imposible ignorarlos; así que resulta increíble que ahora los presenten como los grandes pacificadores, que traen armonía y concordia a todo el Universo.
El país que soñó Gabo es la pesadilla de Venezuela.
El biógrafo de Camilo, Walter Joe Broderick, cura y revolucionario errante, cuenta: “Sé que Camilo Torres estaba oficiando el matrimonio de una pareja de la alta sociedad bogotana que estaba emparentada con la familia Santos Calderón y Camilo era el oficiante”. De resto no sabe, pero otros testimonios revelan los vínculos del hermano de JMS, Enrique Santos Calderón, con la guerrilla del M-19.
A principios de año JMS dio instrucciones públicas para que el ejército iniciara el proceso de búsqueda y exhumación de los restos de Camilo Torres como un gesto simbólico para allanar las negociaciones con el ELN.
Un acto público teatral porque se sabe que los restos siempre estuvieron guardados en el Panteón de la V Brigada de Bucaramanga, capital del Departamento de Santander, muy cerca del Municipio de San Vicente de Chucurí, donde fue abatido en el lugar conocido como Patio Cemento, el 15 de febrero de 1966, según el libro publicado por el general Álvaro Valencia Tovar, quien realizó las operaciones y que también resulta ser íntimo amigo de la familia.
El cuerpo fue exhumado a fines de enero muy oportunamente para la conmemoración del cincuenta aniversario de su muerte. Un hecho curiosísimo es que la certificación del ADN tuvo que esperar que se enviaran las pruebas desde Cuba, donde reposan los restos de su madre, Isabel Restrepo Gaviria, que falleció en La Habana, el 14 de enero de 1973, a los 73 años de edad, alabando a sus tres amores: Fidel, el Che y Camilo.
Los vínculos directos de Castro con todas las guerrillas de Centroamérica y el Caribe, incluyendo a Puerto Rico, saltan a la vista de modo que es imposible ignorarlos; así que resulta increíble que ahora los presenten como los grandes pacificadores, que traen armonía y concordia a todo el Universo.
El país que soñó Gabo es la pesadilla de Venezuela.
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