Se da por entendido que nuestra santa Madre y Maestra está para mediar
entre las partes por muy antagónicas que sean. En el transcurso de los
siglos lo ha hecho; y lo ha hecho bien. Basta con revisar la
historia.
Luego de zanjar diferencias y poner
a poderes antagónicos a conversar, debe retirarse
muy discretamente.... a orar. Nunca; nunca tomará las posiciones de
alguna de las partes. Es por eso que cuando la
iglesia violó su protocolo para el diálogo, –al cual conoce
muy bien desde que estudió a Platón–, los cubanos tuvimos que
darle el beneficio de la duda.
Violar
el protocolo es olvidarse de la transparencia, actuar en las penumbras
durante dieciocho meses y descartar la inclusión –en este caso
ignorando al exilio y la oposición– que es el meollo de
cualquier negociación viable. Por tanto el 17 de diciembre del
2014 no hubo un inicio de un diálogo; sino una apuesta por el
aventurerismo y la improvisación política, cambio cosmético y a paso
de Chencha, la Gambá, como propone, impone, el mono-partido cubano.
No
era de extrañar, puesto que los autores intelectuales de los
"acuerdos" fueron dos cardenales
controversiales. Mons. Jaime Ortega, junto al Almendares y el
secretario de estado –el "papa " en funciones cuando Benedicto–
Tarsicio Bertone junto al Tiber. El Obispo de Roma, Francisco, no era
un ignorante. Su nuncio apostólico en Cuba, Bruno Musaró había
advertido públicamente en Italia cual era la real situación en
Cuba. Por supuesto, Bruno no pudo regresar a la isla y su histórica
homilía guardada en algunos de los archivos del
Vaticano.
Pasado
el tiempo la iglesia jerárquica se ha ido alineando a a las posiciones
de los presidentes de EEUU y de Cuba. Parece mostrarse a
gusto con una situación que no ha sido consensuada por
el pueblo cubano. Una iglesia constantiniana-imperial, la del siglo XXI
Ahora, la madre y la maestra no
son mediadoras, ni facilitadoras. Ahora la iglesia no
es neutral; tomó partido por los poderosos. Y no reconoce a
sus pobres. ¿Misericordia selectiva? Ahora participa
en conversaciones y en arreglos, a la chita
callando. Pero, eso.....Eso es un grave error. Aunque los
apologistas habituales traten de justificarlo.
Una iglesia obsequiosa a un
dueto presidencial paradójico en un asunto tan controversial,
se aleja de las percepciones del cubano de a pie y del
pueblo de Dios que continuará votando por la estampida y
sospechando de su jerarquía.
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