miércoles, 30 de marzo de 2016

LA MUSICA EN CUBA: MANUEL CORONA

Por, René  León historiador y poeta

    Manuel Corona nace en Caibarien, en la provincia de Las Villas, en el año de 1880. De pequeño le llama la atención la música y en especial la guitarra. Un amigo del padre lo enseña y, lo deja practicar con una vieja guitarra que tenía. Es desde ahí que empieza a conocer y cogerle cariño al instrumento que lo acompañaría por el resto de su vida. Su familia se muda para la capital, en el área de La Habana Vieja. A los once años, ya era torcedor de tabaco, del dinero que ganaba daba dinero a su madre, y lo poco que le quedaba lo iba guardando para comprar su primera guitarra, que le vendía un viejo trovador que trabajaba en la fábrica de tabacos “La Eminencia”. Así empieza a combinar el oficio de torcedor, con el guitarrista. Cada día aprende más, y otros trovadores le van enseñando los secretos de la música y del instrumento. Cuando terminaba su trabajo en la fábrica, se iba a los cafés más concurridos de la ciudad y se ponía a tocar sólo como trovador, o salía a dar serenatas a las jóvenes.

 Al terminar la guerra de independencia en Cuba, se dedica completamente a la música dejando el trabajo de torcedor de tabaco. La Habana se había vuelto una ciudad bulliciosa e importante, los soldados americanos en los cafés le pedían que tocara canciones de moda. Decide irse para Santiago de Cuba a principios de 1902. Iba acompañado de una buena voz y tocaba la guitarra como si fuera un profesional. Hace a mistad con los mejores trovadores del momento, entre ellos, José (Pepe) Sánchez, considerado como el precursor de la trova y creador del bolero cubano. Sánchez lo introduce a otros trovadores, y así empieza su agitada vida, dedicada a componer las canciones de aquellos años, que seguiremos recordando los cubanos del ayer y de hoy y de siempre. Autor de canciones, guarachas, habaneras, rumbas, romanzas y sones. Pero donde se distingue es en los temas de amor, la patria y la mujer. Títulos como “Longina”, “Mercedes”, “Santa Cecilia”, “Aurora”, “La Alfonsa” Y “Rosa la Negra”. Todas ellas dedicadas a las mujeres que él conoció y amó. Pero en realidad según los historiadores de la música en Cuba, su único amor lo fue Mercedes y Eulogia Real (Yoya). Las otras sólo despertaron su inspiración. Con sus canciones daría a conocer a otros cantantes de aquellos años, entre ellos a la joven María Teresa Vera, como ella declararía a la prensa.
Nunca estudió música. Su inspiración le venía de muy adentro de él. No escribía las canciones, el trasmitía su inspiración a los otros trovadores, que también hacían sus aportaciones, con las letras o la música. Trabajaban unidos, sin ningún interés, sólo para dar a conocer una nueva canción. Se dice que compuso más de doscientas canciones, y ninguna de ellas las registró. Nunca cobró derecho de autor. Era la concepción de aquellos trovadores cubanos de una Cuba que se va perdiendo en el tiempo, de que sus composiciones eran para todo el pueblo. Al igual que muchos compositores de nuestra América Hispana.

  Era pobre, nunca disfrutó de dinero, vivía de lo que podía ganar en las fiestas privadas, o en algunos pequeños clubes donde era llamado a tocar. Se le veía por los restaurantes cerca de los Ferrocarriles de La Habana, o cerca del Teatro Martí, o en la Manzana de Gómez.

  Manuel Corona, Sindo Garay, Pepe Sánchez, trovadores que le dieron fama a la música en Cuba, murieron pobres. Su riqueza estribaba en su música, en su guitarra, en su sentimiento. El 9 de enero de 1950, un lunes, lo encontraron muerto en su miserable cuarto de la Playa de Marianao. Pobre, olvidado por muchos. Así, murieron muchos de aquellos trovadores. Cuando sus amigos s enteraron, en algunas estaciones de radio de La Habana, como un homenaje tardío, pusieron las canciones más recordadas. Moría una de las glorias de nuestra música popular.

 

MERCEDES

 Mercedes, la que a mi alma

consuela sin cesar,

que siempre me has querido

con férvida pasión.

Que sólo por mi vives,

que siempre me querrás,

con todo lo que siente

tu amante corazón.

Por ella canto y lloro,

por ella siento amor,

por ti, Mercedes querida,

se extingue ni dolor,

No me desprecies nunca

Pedazo de mi vida,

Para vivir tranquilos

queriéndonos los dos.

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