sábado, 1 de junio de 2019

SIEMPRE EN EL ENTONCES: DOS NOVELETAS Y OCHO CUENTOS


"Los cuentos , de distintos resultados y registros se rcrean en los temas esenciales de la literatura de Albertini..."

 Por: Luis de la Paz.

Una serie de elementos determina la voz narrativa del escritor cubano José A. Albertini (Santa Clara, 1944): un lenguaje fluido y dominante, una  armonía descriptiva delineada con ritmo y elegancia en las situaciones que urde en sus obras. Todo ello, dotado de un manejo puntual de los personajes, donde la sicología y los conflictos quedan planteados diáfanamente, facilitando con soltura la lectura de sus textos.
En su más reciente entrega, Siempre en el entonces (Alexandria Library, 2017), que reúne dos noveletas y ocho cuentos, el autor ha encontrado, más bien reafirmado, una manera de decir que deja establecido, creo que ya de una manera más que definitiva, un tono propio, una forma personal de expresarse. Es decir, una voz narrativa.
El libro está estructurado de manera muy inteligente y efectiva para el disfrute de la lectura. Abre con una de las dos noveletas, Las macuquinas de Don Maximino, con lo que logra imponer con firmeza la autoridad del libro. Este complejo texto al inicio, allana el camino para los 8 relatos que de manera consecutiva se presenten. Luego finaliza con la segunda noveleta, que a su vez es la narración que le da título al libro, Siempre en el entonces.
Sin duda alguna Las macuquinas… es la estrella del volumen. A pesar de tener muchos personajes, incluso desdoblados, que requiere de un lector atento, el manejo de los tiempos físicos y narrativos, le imprime un empuje a la historia que narra. En esencia, es una parábola del amor ambientada en dos tiempos bien lejanos y disímiles entre sí, lo que permite crear una atmósfera epocal muy agradable. Albertini (ya lo ha demostrado en otras obras, como El entierro del enterrador y Allá donde los ángeles vuelan), juega constantemente con la muerte, pero también con la reencarnación, y el tiempo como una pieza única, indivisible, permanente. Estos elementos cohabitan en Las macuquinas de Don Maximino, donde los personajes de un siglo, reaparecen en el siguiente con el mismo nombre, incluso con sus características de entonces y como parte de un proceso generacional continuo y de persistencia del tiempo sin ruptura.
Este largo relato tiene una fuerte dosis de novela de aventuras, por la manera en que los personajes buscan, traman, confabulan y traicionan para conseguir precisamente las macuquinas que es el centro de atracción del texto, esas valiosas y codiciadas monedas de oro, que circularon hasta mediados del siglo XIX.
Los cuentos, de distintos resultados y registros, se recrean en los temas esenciales de la literatura de Albertini, donde sin convertir sus textos en alegatos políticos, se adentra de manera muy atinada en la realidad cubana, mediante personajes, situaciones y conflictos que, aunque situados de una manera muy clara, se valen de acontecimientos registrados por la historia para crear y recrear alrededor de ellas situaciones  nuevas. Si bien Albertini es un hombre eminentemente político por su acción y pensamiento (pasó varios años en la cárcel por sus ideas), maneja en su literatura el contexto político como reflexión y análisis, no como discurso, aun cuando para el lector atento, queda claro el mensaje que se envía.
En los cuentos de este libro, A las puertas de la noche, El estertor de la memoria (título y relato realmente sobrecogedor), Horizontes de mar y cielo, El viejo juramento, La vida es un adiós, Matrimonio invernal, Morar en el destiempo  y Transitar sin adioses, el autor logra hacer real e inmediato las secuencias de sueños, a través de la imaginación y el manejo agudo y recurrente de la memoria. En estos textos el amor, la libertad, el soñado regreso y la separación, juegan a lo grande con el lector que se siente partícipe de lo que le cuentan, aun cuando la realidad esté tamizada por ensueños.   
En los relatos hay  guiños literarios. En el cuento A las puertas de la noche, se le hace con habilidad y elegancia un tributo al escritor norteamericano Ernest Hemingway. Algo similar ocurre en otro texto, Horizontes de mar y cielo, en este caso el homenaje es a la más aristocrática de las intelectuales cubanas, Dulce María Loynaz. En el relato de Albertini, se plantea un hábil encuentro entre la escritora y un exiliado cubano.
En otro cuento, El estertor de la memoria, la historia es conmovedora y toca muy de cerca en particular a los lectores cubanos exiliados. La narración gira en torno al regreso de un exiliado, que enfermo de Alzheimer y casi ya sin aliento por tantos años en el destierro, todavía soñaba con volver a su país, a su pueblo, más que nada a su pequeño terruño, del que tuvo que partir al exilio para ofrecerle libertad a su familia.
Este texto lo resume con maestría el escritor y crítico Manuel C. Díaz al apuntar: “El relato, narrado alternando flashbacks de su pasado en Cuba con escenas de su vida en Estados Unidos, avanza hacia un final que, aunque previsible, no deja de resultar doloroso: un día el anciano salió de su casa aferrando su vieja maleta de isla extraviada y fue encontrado muerto en las vías de un tren”.
José A. Albertini sabe sacudir las fibras del lector. Su prosa oscila entre una aparente simplicidad, y un profundo decir, para dejar que sea la atmósfera total del relato la que marque la pauta y deje un sabor amargo y estremecedor.
En otros cuentos el autor describe la atmósfera de los alzados en el Escambray, hombres de los alrededores de la cordillera central de Cuba, que tenían una vida dura pero normal, y que vieron sus vidas tronchadas por la llegada de la dictadura castrista al poder, transformando radicalmente sus vidas y la de sus familias.
El relato Matrimonio invernal es un ejemplo preciso del recurrente manejo que hace Albertini entre la realidad y la ficción, entre la vida y la muerte. En este caso, a través de una pareja anciana que unen sus vidas en beneficio del amor y la amistad. Algo similar ocurre con el breve relato A las puertas de la noche, donde un hombre y una mujer reflexionan sobre distintos aspectos de sus vidas.
La noveleta de cierre, Siempre en el entonces, que como ya se indicó da título al libro, es una historia de amor que podría llamar “típica” en el contexto del estilo narrativo de Albertini, pues los protagonistas de este texto, ya agonizantes, se aman a distancia, con la fuerza de lo no realizado, impuesta por trastornos políticos, separaciones físicas y geográficas. El pensamiento; las epístolas mentales que ambos intercambian salva el amor y los reencuentra, jóvenes y vitales, en la muerte. Ha sido un amor largo, permanente, hasta el final de sus días. Definitivamente una tierna historia de amor.
Con este libro, Siempre en el entonces, José A. Albertini se coloca en el marco superior de los narradores cubanos. Su lenguaje a veces resulta afectado por el uso de ciertas palabras o frases que resaltan extrañas, pero siempre va por delante el peso de la historia, y la poesía que hace la diferencia.
Nota: Reseña tomada de Circulo: Revista de Cultura. Volumen XLVI, 2017.
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