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Usando
una metáfora de la guerra para exterminar a los mosquitos, Cuba muestra la
arrogancia de los líderes cubanos cuando se trata de la salud pública como un
simbolismo del poder del Estado. La bravuconería de salvar al mundo de
los peligrosos mosquitos enemigos, el régimen utiliza un caché de artillería
de salud pública para convencer a otros de que son un líder mundial en la
prevención de la propagación de enfermedades infecciosas, como el virus
Zika.
La movilización de 9.000 efectivos militares –armados con equipos
de fumigación y equipos de protección para luchar contra estos mosquitos
amenazantes – presenta la imagen perfecta de la salud pública que proyectan los
hermanos Castro. Si bien este enfoque bélico alcanza su campaña de
relaciones públicas, lo hace mucho menos para los beneficios de salud pública
sostenibles en la estela de abandono para reconstruir su infraestructura en
ruinas. A partir de la década de 1900, el éxito de la era de la salud
pública de Cuba, mucho antes de la Revolución cubana, se basaba en la
voluntad política para mejorar la vivienda, el agua y los sistemas de
saneamiento.
Dicha infraestructura no se
esperaba que durase casi un siglo y cubriera las necesidades de los 11
millones de personas hoy en día. Desde la Revolución, el gobierno cubano
ha manipulado sus medidas de salud para proyectar una sensación de bienestar
de las personas y el Estado. Sin embargo, en la fachada se ha expuesto cada
vez más. Negligencia continua del régimen del sistema de salud, sobre
todo desde el fin de los subsidios soviéticos, se convertido en un juego de
suma cero de los seres humanos frente a los mosquitos, al menos que se
realicen las inversiones necesarias. Igual de importante es la conexión
entre el aumento de la población de mosquitos y el cambio climático, los
desastres naturales, la urbanización y el aumento de la globalización, que es
por eso que ahora, más que nunca, una infraestructura robusta es necesaria.
La paradoja, por supuesto, es
que el gobierno cubano culpar a las víctimas, a sus ciudadanos, por la
proliferación de los pequeños chupasangre "terroristas", y llamando
a la acción enérgica contra los individuos, familias y comunidades que no
cumplan con la actual campaña para eliminar los vectores que provocan miedo
de la enfermedad. Tal vez la falta de recolección de basura en el país
es la creación de un entorno de cultivo ideal para los francotiradores peligrosos
y merece más responsabilidad del gobierno. Sin embargo, Cuba todavía
culpa a los EE.UU. por sus continuos brotes de la fiebre del dengue. En
julio de 1981, Fidel Castro afirmó los EE.UU. emprendió una guerra
bacteriológica que causa la fiebre del dengue, así como plagas tanto a los
cultivos de tabaco y azúcar.
Tan recientemente como en
febrero de 2016, el gobierno cubano apoya la posición de que los EE.UU.
(intencionalmente) introdujo el dengue y la forma hemorrágica más letal en
Cuba. El régimen, recogiendo donde lo dejó, culpa a otros de la propagación
de enfermedades dentro de Cuba. Es evidente que la globalización de las
enfermedades infecciosas, así como el terrorismo, se ha convertido en la
realidad del siglo. Sin embargo, Cuba es rápida para culpar a los
viajeros, por los brotes de la enfermedad dentro de su país. La realidad
es que el peligro de brigadas médicas, que trabajan en países con pocos
recursos, aumenta el riesgo de traer enfermedades a casa.
El gobierno cubano lanza ávidamente
sus médicos y enfermeras al extranjero desde África hasta América Latina y el
Caribe. Sin embargo, no pasemos por alto que este intercambio global
proporciona un capital significativo para el gobierno cubano y les hace
propaganda como diplomáticos de salud notables. Los dólares del gobierno
tomado de sus trabajadores de la salud mal compensados, que a menudo trabajan
en condiciones peligrosas, se podrían utilizar para invertir en la
infraestructura deficiente. Culpar a los EE.UU. y el embargo de todos
sus problemas sociales y de salud ha sido durante mucho tiempo el estándar
del régimen de Castro.
Esto ocurre mientras que la
población se ve obligada a buscar agua potable para almacenar, y evitar la
filtración de aguas residuales, por tuberías rotas, tapar agujeros o viven en
estructuras improvisadas en descomposición, por no mencionar el abandono de
la recolección de basura. Todos ellos proporcionan un ambiente ideal
para el mosquito "terroristas", que se sabe transmiten la fiebre
amarilla, el dengue, el chikungunya (CHIKV) y el virus Zika. Esta es la
realidad de Cuba con la continua propagación del dengue y ahora Zika,
mientras que el gobierno niega casos de CHIKV. Sin embargo, la evidencia
científica ofrece una historia diferente. Sólo con el turista japonés
que pasó 11 días en Cuba hace poco sólo para volver a casa enfermo y con un
diagnóstico de CHIKV. La movilización de la acción militar en contra de
estos pequeños en armas "terroristas", los Aedes aegypti o Aedes
albopictus mosquitos, apoya la solución del gobierno a un público problema de
salud, en lugar de proporcionar el derecho básico de agua potable accesible,
el saneamiento y la carcasa de protección, los hermanos Castro siguen
culpando a los EE.UU. de la guerra biológica, mientras que al mismo tiempo se
niegan los derechos humanos fundamentales a sus ciudadanos.
El tratamiento de los mosquitos como un
"terrorista" sólo sirve para perseguir el vector de reproducción de
un refugio a otro, al igual que lo haría con otros terroristas despiadados,
si no se hacen nuevas estrategias y compromisos. Cuba debe dejar de
culpar a los Estados Unidos; dejar de culpar a sus ciudadanos; dejar
de culpar a los viajeros, y demostrar que si quieren participar con todo el
mundo respondiendo primero a los factores subyacentes que les dan el campo de
batalla de los seres humanos frente a los mosquitos. Tanto la seguridad
y los derechos de sus ciudadanos dependen de esto mientras que la culpa es de
ellos.
* Sherri L. Porcelana enseña la salud mundial en los asuntos
mundiales en la Universidad de Miami y Académico Senior de Investigación del
Instituto de Estudios Cubanos y Cubano -American
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