sábado, 9 de diciembre de 2017

DECLARACION UNIVERSAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

 "Esto evidencia una lucha nunca acabada de todo democrata..."



  Por Santiago Cárdenas MD



Se cumplen 69 años de la Declaración, que ya no es tan universal. En 1990 los países musulmanes ofrecieron una muy bien redactada y bonita alternativa que desde entonces  ha  pretendido ser la norma ética para  millones de islámicos  alrededor del mundo. Pero, su declaración, la del  Cairo, fue signada bajo la preeminencia  absoluta de la ley Sharia.
Por mandato de la III Asamblea General de las Naciones Unidas  en las traumáticas secuelas de la II Guerra Mundial y para prevenir los horrores de la próxima –se hizo énfasis en el Palacio Chaillot, París,  (1948),– en  treinta derechos fundamentales de todo ser humano. Era hasta entonces un mundo judeo-cristiano donde  habían prevalecido  "los  deberes" y las bienaventuranzas. Éstas últimas nunca fueron alcanzadas y los deberes mosaicos aceptados a regañadientes. Por tanto, el devenir histórico varias paradojas  fueron haciéndose evidentes.  Aunque ningún país rechazó  estos derechos ecuménicos, hubo durante la votación ocho abstenciones. Las de Rusia y sus satélites y la de Arabia Saudita. Por ahí venían los tiros. Los tiros de la decepción.
Los saudíes, en la cuna misma del islam  y representando a los países musulmanes, acusaron a la declaración de ser la opinión secular del cristianismo. Tenían cierta razón al mirar a los proponentes: Eleanor Rooselvelt por EEUU; Humphrey (Canadá); Santa Cruz (Chile); Malik (Líbano); Pavlov (Unión Soviética) Guy Pérez Cisneros (Cuba),  entre tantos otros.

 Las objeciones  del  campo socialista surgieron  porque la Declaración "olía" a ideologización o manipulación, especialmente en los diez primeros  derechos, los llamados individuales, insoportables para cualquier dictadura, especialmente en la saga del  bolcheviquismo de Lenin desde 1917 solamente  tres décadas  antes.
Esto  evidencia  una lucha  nunca acabada de todo demócrata  y de cada hombre de buena voluntad  a favor  de la Declaración  que es un patrimonio de la humanidad; no sólo de la civilización occidental.
El Instituto Cubano de la Memoria Histórica que forma parte de la mejor tradición de un exilio sexagenario, pero libérrimo, al escoger este 10 de diciembre para  su asamblea anual saluda a Ricardo Bofill, el presidente  emérito del Comité Cubano pro DDHH, se compromete  y exhorta a todos los cubanos  a continuar trabajando por estos derechos para la construcción de un mundo  mejor.


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