sábado, 9 de diciembre de 2017

DON SINDULFO Y EL MANTRA DE LAS PROMESAS

"La misma desazonada defensa de opiniones extremas brotaban, de unos y otros..."



Era medio día cuando jadeante por el esfuerzo, llegó don Sindulfo a la Carreta Restaurant de la calle 40 y la 87 avenida, donde, como era habitual, bajo el techado del portal se protegían del sol un numeroso grupo de parroquianos, parloteando como era costumbre, sobre múltiples temas y además en voz alta, lo que hacía difícil poder entenderse correctamente; unos y otros.
Don Sindulfo observó a su alrededor en busca de una de las columnas del edificio, que le resultara idónea para atar su bicicleta. Con semblante paciente, busco con la vista al señor director, aunque presentía que, como era manía, el señor director llegaría atrasado a la cita que habían convenido.
Don Sindulfo pasó la cadena entre las ruedas de la bicicleta, le colocó un candado y se acomodó la bufanda, resignado a esperar, mientras se deleitaba del olor de las croquetas que algunos, clientes, degustaban afanosamente recostado al reducido mostrador.

Dentro del desordenado palabreo, don Sindulfo creyó entender que en uno de los pequeños grupo en que estaba constituida la clientela, se discutía sobre la proclamación de independencia de Catalunya de España. Habían independentistas y constituyentes defendiendo, apasionadamente sus puntos de vistas, siguiendo el mismo patrón de otras discusiones, donde el tema giraba sobre supuestos cambios, o no, del gobierno castrista en Cuba. La misma desazonada defensa de opiniones extremas, brotaban, de unos y otros, y don Sindulfo sintió que la discrepancia era el elemento primario en todas las opiniones, lo cual le produjo una profunda pesadumbre, convencido de que no había mucho que hacer para rectificar la conducta de la gente, incluido él, que igualmente se reconocía tan intransigente como cualquiera de aquellos contertulios que entre mordisco y mordisco a los pastelitos, no cesaban de defender apasionadamente, sus puntos de vista.
Había transcurrido más de un cuarto de hora, cuando finalmente llegara el señor director, que como de costumbre, iba a disculparse por la demora.
– ¡Don Sindulfo,..! Cuanto lo siento, pero que le voy a decir, el tráfico en Miami nos sobrepasa, y nuestro políticos no hacen nada al respecto…
–Tal vez la solución está en no vender más carros.
– ¡¿Pero qué habla usted?! Eso es imposible
– ¡Ya lo sé, señor director… era una broma. Pero veo más posibilidades en dejar de vender autos, que en que se cumpla la promesa de Joe Carollo…
– ¿Cuáles promesas?
– ¡Pero ¿no lo escuchó usted prometer, que cuando él sea concejal del distrito 3, va a construir 10 mil nuevas viviendas, a precio modesto, que va a acabar con la delincuencia, descontinuar las camaritas de transito, y no sé cuantas cosas más.
¡Vaya!... que desde el distrito 3 de la
Ciudad de Miami, él tendrá más poder, que el gobernador de La Florida… Solo le quedó prometer que resolvería la controversia de Trump con Corea del Norte y me imagino que también controlaría a Putin y a los chinos…y quien sabe y hasta ayudaría a resolver la discusión entre Catalunya y el Estado Español...
–Usted exagera don Sindulfo… recuerde que los político prometen cualquier cosa con tal que voten por ellos, es estrategia y ésta nunca está vinculada a lo ético y lo moral.
– ¡Si ya lo sé! Pero no me acostumbro a la falta de respeto de estos con los inocentes votantes, que, creo yo obran así, por lo agobiado que están por las frustraciones. Y se embelesan así mismos aceptando cualquier cosa que le prometan…
– ¡Así es don Sindulfo! Pero no hay mucho que podamos hacer. Hay infinidad de otros que prefieren vivir soñando, hay algo así como adición a creer en lo imposible. Es como si tuvieran la mente atrofiada, es una especie de mantra que lo ayuda a vivir con poco desánimo.
–Pero señor director, me niego a aceptar que un discurso electoral produzca el mismo efecto que el mantra. Porque si es así…qué va a ser el futuro de la sociedad…
–Lo mismo que ha sido siempre… un grupo de secuestrados bajo el control del líder populista del momento…
–Señor director, usted me asusta.
¡Realmente! ¿Cree usted que eso es lo que podemos esperar?
– ¡No es, lo que yo quiero! Don Sindulfo. Es lo que me temo que va a ocurrir, y los resultados de la mayoría de las elecciones dan muestra de ello.
Salvo contadas excepciones, gana el que más grite, el que más prometa, aunque sean mentiras flagrantes. Al final a la mayoría de estos estafados cuando no le queda más remedio que aceptar que han sido engañados, lo que hacen es vender el sofá…

–(…)

No hay comentarios:

Publicar un comentario