viernes, 17 de febrero de 2017

RESEÑA LITERARIA "ATRAS...QUEDABA TODO"


(RESEÑA) de la novela de la autoría de Silvio Mancha 


Por: Leonora Acuña de Marmolejo

 Una vez más he leído la maravillosa novela “ATRÁS… quedaba todo” de la autoría de mi dilecto y entrañable amigo Silvio Mancha quien habiendo perdido su libertad allá en Cuba su tierra natal, emigró aquí como exiliado. Ha vivido más de la mitad de su vida entre España y los Estados Unidos.

       Su novela –como él lo expresa al comienzo– está basada en personajes (algunos que aún viven) y hechos reales a veces mezclados con su imaginación. Su novela está entramada por nueve capítulos y empieza a desarrollarse con el temprano despertar a la adolescencia de un niño de trece años frente a la exuberante y sensual femineidad de la protagonista Aurora  de un poco más de veinte, quien despierta en él un amor meramente platónico y por supuesto nunca correspondido… que el tiempo y el poder del realismo existencial de la madurez, terminan por transformar.

       Con respecto al título de esta novela yo diría (como espectador que observa fuera del escenario) que: “atrás quedaba todo lo físico” pues considero que el bagaje sentimental de los recuerdos y reminiscencias  (algunas veces teñidos con un tanto de melancolía), que  aunque a veces la conciencia negándose a olvidarlas las congela para revivirlas porque de alguna manera nos han enriquecido anímicamente,  vendrían en su corazón y en su alma y lo acompañarían a través de su andadura en el viaje de la vida.
      En este libro, Silvio Mancha, con sus vibrantes descripciones  nos lleva como en un delicioso tour visual (págs. 75, 77, 78,) por sitios muy típicos  como La Habana del Este; Cojimar; Limonar; Guanajay; Pinar del Río; San Luis etc. y nos hace también partícipes de ciertos provincialismos y del patua, el lenguaje bárbaro propio de las gentes menos cultas de cualquier país.

       Yo diría que la impronta que distingue sus relatos, son sus sorprendentes y vívidas descripciones salpicadas por bellísimas metáforas, ironías , y paradojas como: “la casa estaba totalmente vacía, era una casa llena de soledad” (Pág. 41) de su intrigante relato “La Mujer y el Río” (leyenda que finalmente con el paso del tiempo pasó a ser desconocida por la gente); O, […] sus atormentados soliloquios en el campo cuando, acompañado por la soledad, clamaba a la tierra una respuesta justa a su esfuerzo”.

       Este autor siempre deja conclusiones muy prácticas y realistas,  tales como: “Todo lo que cuesta debe significar algo” (Pág. 46); o “Es difícil saber qué es mejor, si lograr algo o tener la posibilidad de desearlo y la fe en alcanzarlo, de soñar con ello. Las metas alcanzadas no sirven más que como nuevos puntos de partida para apoyar nuevos sueños” (Págs. 96 & 97). Hace buenas  reflexiones y planteamientos filosóficos; premisas y silogismos: “Los logros no son nuestro verdadero premio, el premio es la posibilidad de continuar aspirando al próximo, de hilar una suerte de deseos y de resultados que a su vez nos abre el camino hacia una nueva meta […] Se déja de ser triunfador cuando se llega al final de la búsqueda, cuando se acepta haberlo encontrado todo. Por eso la vida tiene que

ser algo más que su medición en días o años” (Pág. 97). Y se analiza a sí mismo en  la relación del ser humano con respecto a la inmensidad del universo.

       Permean sus escritos ciertos análisis psicológicos de nuestros estados anímicos y de los mecanismos de defensa frente a situaciones estresantes de miedo, cobardía, ansiedad etc. Y como en todo escrito con experiencias de nuestro cotidiano vivir, en su novela   tan agradablemente humana y tan humanista, no faltan los salpiques de hilaridad tales como en el diálogo de la página 76 del capítulo “El Horno de los Sueños”:

— Me llamo Clara -dijo la mujer retomando la conversación
— Sí, claro…
— ¡No!...que me llamo Clara.
--- ¡Oh! Sí claro… se llama Clara 

       Todo y nada quedaba atrás, porque los recuerdos siempre estarían allí  imborrablemente tatuados en su alma, cual una ironía del destino del que huye; algunos inolvidablemente placenteros, más otros dolorosos; reminiscencias todas que por asociación de ideas siempre se harían presentes en sus vivencias. Así le sucedía “al Isleño” (como lo llamaban todos) “llegado a Cuba  desde su natal Gomera, una de las islas canarias.” Había escuchado fantásticas historias sobre este bello país caribeño llamado con razón “La perla de las Antillas”. “Desde Colón, todo el que iba a aquella tierra regresaba con las manos llenas de oro. ‘El también iba a regresar con las manos repletas de oro, de monedas brillantes’” (Pág. 54). En su descorazonamiento tras de no conseguir lo que pretendía, se pregunta (pág. 88): “¿Cómo llegó este Ser a esa condición tan lastimosa? ¿Cuáles eran sus sueños al momento de abandonar su isla distante? ¿Cuando… de no sé qué manera tomó rumbo a esta otra isla?”. Aquí cabría citar los versos del poema “Golondrina emigrante” del libro “Horas iluminadas” de quien estas líneas escribe: ¡Cual golondrina que en invierno emigra/ dejando atrás amores y vivencias,/ trayendo una maleta de esperanzas,/ nostálgicos partimos a otro rumbo”.

       Con el protagonista de “El Mundo de Pedrosa” (uno de mis capítulos preferidos) (Pág. 91), un hombre admirable con un poder de superación único, quien a pesar de haber asistido a la escuela por  sólo dos años llega a ser autodidacta, muestra el adoctrinamiento empleado por el entonces régimen reinante, en pos de un cambio de situación política con la revolución obrera campesina. “El país se estremecía ante huracanados vientos políticos y gritos de revolución” (Pág. 101). “[…] los proletarios deben estar siempre listos a dar la vida por la causa” (Pág. 106).  Se observa aquí el doloroso y terrible cambio que se opera en la vida de los habitantes, y se muestra el uso de  la mecanización del hombre para la explotación obrera. En la página 93 de este capítulo se menciona también  “el tiempo de la supervisión norteamericana bajo la Enmienda Platt y a veces llegaba hasta el colonialismo español”.

       Repito que sus acertadas descripciones nos llevan como en una coreografía de unidad  a visualizar los sitios y las situaciones cual si hubiésemos sido los mismos protagonistas, como sucede  en “Los Mirasoles”. Aquí se muestra hasta qué punto -en ciertos casos- puede llegar la crueldad militar, y los métodos usados por la milicia para “amansar” quebrando la voluntad de resistencia humana para llevar (según la conveniencia) a los individuos hasta el conformismo. En aquellos relatos se muestra el uso del macabro método de fusilamientos por órdenes del Ministerio del interior:” La muerte de aquellos jóvenes campesinos fue un mensaje diabólico del régimen y, además, una muestra de la ausencia de solidaridad de una población aborregada, que poco hizo para revertir lo que estaba ocurriendo”.

       En “La Hormiga” (Pág. 131) el protagonista nos demuestra cómo con su “labor de hormiga” de obstinación, tenacidad inquebrantable, y decisión se puede llegar a obtener el triunfo de nuestros propósitos.

       En el último capítulo “En este tiempo” (Pág. 143), nos hace ver  cómo el factor tiempo transforma todo, y cómo en un momento dado, el odio y la desconfianza pueden  –tristemente–  convertirse en moneda de cambio en las relaciones interpersonales.

       En el genial y magistral epílogo en donde se resumen sus sentimientos de emigrante desarraigado de su terruño natal que deja atrás todo lo más sublime y significativo, aún y con un profundo sentimiento de culpa punzante y doloroso, se cuestiona así: “Algo dentro de mí me acusaba de abandonar un barco que se hundía sin socorrer a los que por múltiples motivos quedaban entrampados en el naufragio” (Pág. 154).

       Este admirable autor  cierra su bello  libro con la misma frase con la que lo tituló, y con su alma entristecida y llorosa, nostálgicamente dice: […] “cuando vi a través de la pequeña ventanilla del avión cómo el paisaje […] iba empequeñeciéndose según el avión se alejaba, arrastrando consigo nuevos paisajes, mientras que iba tomando altura, y me ratificaba que atrás…quedaba todo”.                                                  

2 comentarios:

  1. Laa Dra. Marmolejo hace una excelente descripción de la novela ...atrás...quedaba todo". del distinguido periodista Silvio Mancha, ex-preso político cubano. La novela es un pedazo de vida de Silvio de su querida Cuba. Sus años juveniles, la vida tronchada, y en la novela vemos sus sentimientos de un emigrante que tiene que salir de su Cuba, por la persecución. Dejar sus seres queridos, por solo derecho de ser libre.

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  2. Tuve el inmenso placer de leer la novela "Atrás...quedaba todo" de D. Silvio Mancha y puedo corroborar todo lo dicho, con inigualable maestría, por Dª Leonora Acuña de Marmolejo.

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