"PERO AUN HAY QUIENES SE FELICITAN POR SUS EXCELENTES RELACIONES..."
Por Pedro Corzo.
En cierta medida es un tema recurrente, un asunto que se aborda con
relativa frecuencia, pero nunca lo suficiente, y es que
muchas personas, en particular dirigentes políticos y militares,
también intelectuales, prefieren ignorar conscientemente que el tumor
político-social que facilitó el establecimiento en el continente de
gobiernos autocráticos de claros perfiles populistas que se identifican
con el marxismo, o algunas de sus coloridas variantes tropicales,
fue la dictadura de los hermanos Fidel y Raúl Castro.
Aunque Cuba está regida por una dictadura dinástica dura y cruda, las
democracias americanas y los organismos regionales tienen hacia el régimen de
La Habana una actitud complaciente y de indulgencia absoluta. Un número
importante de personalidades prefieren ignorar, al menos públicamente,
los perjuicios que el castrismo ha causado a Cuba y al resto del
continente.
Peor aún, hay quienes se felicitan por sus excelentes relaciones con
representantes de la dinastía insular y no faltan quienes se retratan con los
Castro y sitúan la fotografía en los lugares más visibles de su residencia,
como advirtió un amigo cuando visitó en Caracas hace varios años a un
general venezolano, contrario al chavismo, abrazado a Fidel, en momentos
que se apreciaba la intervención castrista en el gobierno del comandante
golpista.
El gobierno cubano desde 1959, favoreció la subversión con el fin de
que el sistema imperante en la isla se extendiera a todo el continente.
Recurrió a la fuerza en todas sus expresiones a la vez que desarrollaba una
política clientelar con la que por medio de numerosos favores, intimidación y
chantaje adquiría servidores incondicionales o al menos la colaboración
de los llamados “compañeros de viaje”.
El castrismo en primera instancia buscó asociados que se identificaran
ideológica y políticamente con su proyecto, pero no descuido
militares que por diferentes motivos eran potenciales aliados, de ahí su
fuerte coalición con el general peruano Juan Velasco Alvarado y los
generales panameños Omar Torrijos y Roger Noriega, sin pasar por alto sus
complicidades con la Junta Militar Argentina, en particular, cuando
esta fue presidida por el general Leopoldo Galtieri.
Si difícil es
aceptar que muchos no son capaces de apreciar el aura de mentiras y fantasías
que envuelve al totalitarismo cubano, todavía lo es más, que a pesar de su
anacronismo e innumerables fracasos, el cáncer del castrismo fuera capaz de
hacer metástasis en los regímenes de Nicolás Maduro, Evo Morales, Daniel Ortega
y Rafael Correa y de tentar y contaminar algunos otros dirigentes del
hemisferio.
Hay un aspecto
que debe ser mencionado que sin dudas ha tenido una particular importancia en
su capacidad para ejercer una atracción fatal sobre sus seguidores, la
marcada enemistad del régimen de La Habana con Estados Unidos. Aquellos que
sienten desprecio y hostilidad hacia la política y sociedad estadounidense
encontraron en el régimen castrista un aliado dispuesto a patrocinar posiciones
contrarias a las disposiciones de Washington.
El olvido de la relevancia del totalitarismo castrista se pudo
constatar recientemente en un acto público que se efectuó en Miami hace
unas pocas semanas en el que coincidieron varios altos oficiales militares en
condición de retiro de cuerpos armados de diferentes países del hemisferio.
Espontáneamente se reunieron. Conversaron animadamente sobre los
problemas que habían generado para las democracias latinoamericanas los
autócratas que gobernaban diferentes países del continente y la amenaza que se
cernía sobre el resto de los países democráticos.
Se habló en primer lugar de Venezuela, después de Bolivia, Ecuador y
Nicaragua, y hasta de lo que podía acarrear para Colombia un acuerdo de
paz con impunidad que le facilitaba a la narco guerrilla de las FARC acceder al
gobierno y desde allí generar todavía más conflictos sociales y políticos.
Lo notable e inexplicable fue que ninguno de esos militares aludió a
Cuba, desconociendo, tal vez inconscientemente, la histórica verdad que la isla
está gobernada desde hace 58 años por un gobierno subversivo que apoyó y
sirve de sostén político y policial a los mismos gobiernos que ellos estaban
cuestionando y que determinó que tuvieran que abandonar sus respectivos países.
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